martes, 17 de septiembre de 2019

El gato en el tejado

El gato en el tejado



   El abuelo Manuelito fue perdiendo la visión a medida que avanzaba su edad, tenía un pequeño huerto y una vaquita a la que ordeñaba aún cada mañana.


   Él se levantaba temprano, ordeñaba y solía hacer queso de vez en cuando. Vivía solo y lo que producía era para él.

   Un día sintió un ruido que provenía de su cocina, pero como ya estaba prácticamente ciego sólo vio una sombra salir por la ventana y seguido a eso, ruidos en el tejado.

- ¡Condenados gatos!. Ahora falta que se hayan tomado mi leche.
Dijo el abuelito.


   Se acercó buscando el envase donde había dejado la leche y no había nada.

   Al día siguiente volvió a colocar el envase de leche en otra mesa y colocó una tapa. De pronto escuchó ruidos en su techo para luego sentir que algo sucedía en su cocina.

   Se levantó con dificultad agarrando su bastón y al llegar a la cocina dijo:

- ¿Quién anda allí?.

No podía ver nada, y escucho un:

- Miiiiaaaauuu, miiiaau.

- Gato condenado, ¡Vete!.

   Y en ese instante vio que algo se movió y le lanzó el bastón con todas las fuerzas que aún le quedaban. Para sorpresa del abuelo escuchó que el gato se quejó:

- ¡Aaayyy!.

   Manuelito se lanzó a agarrar a aquel "gato", que era un joven de 13 años.

   Lo confrontó con mucho enojo, y el chiquillo se puso a llorar. Manuelito le dijo:

- No es necesario que robes y que tu ángel de la guarda anote eso como pecado ante los ojos del Todopoderoso. Cuando tengas hambre ven acá cuando quieras, me ayudas en el huerto y te alimentas.

   Así Manuelito tuvo un tercer hijo al que apodó "el gato", la gente creía que era por sus ojos verdes, pero era por esta historia que les cuento.

Fin.

Liliana Lizcano.

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