sábado, 28 de septiembre de 2019

Tazas de café

    Cuando estaba en Venezuela, el grupo que formé "Leamos un cuento", solía tener su merienda antes de dar inicio a cualquier obra teatral, siempre se daba comienzo con una obra de teatro para los niños, títeres, música, se les pintaba la carita, se hacían juegos y se dibujaba.  Aquel día todos fueron a casa, preparaon y practicaron sus diálogos, las coreografías, y aunque eran adolescentes pedían su merienda como niños, yo había hecho café aquella tarde, tenía 20 panes y suficiente café.  Acostumbraba a tener tazas, con diferentes logos, figuras, eran tazas muy llamativas, pero habían otras más sencillas, no tenían nada común, nada en el exterior que las hiciera llamativas, cuando les pedí que cada uno tomara su taza, recuerdo que 3 de ellos tomaron las tazas más simples, pero los demás tardaron mucho en elegir, y se pelearon por no tener las tazas más llamativas, mientras tanto, yo me senté a tomar café con los tres estudiantes que tenían sus tazas simples, hablamos y disfrutamos la merienda, para cuando el resto llegó por el café, ya no estaba tan caliente, se molestaron un poco porque yo ya me había terminado el café y ya había contado mis acostumbrados cuentos sólo a los tres que se sentaron conmigo.  



   Al notar el enojo, y el descontento, me percaté que era una fabulosa oportunidad para enseñarles algo, tomé una taza sencilla y una taza más adornada y los llamé a todos, se sentaron en mi sala, y prestaron atención:



- Estas tazas, son buen ejemplo para ustedes, el café y el pan, es lo que todos ya tienen por igual: la vida, pero cada uno escogió dónde y cómo llevarla, tres de ustedes no se complicaron en escoger la apariencia de su taza, porque eso no es importante a la final, por el contrario se apresuraron a aprovechar la oportunidad y tomar el café caliente además de disfrutar de los cuentos, los demás perdieron mucho el tiempo discutiendo por la taza, la taza no era importante, era importante el contenido, que estaba enfriando mientras ustedes perdían el tiempo por algo que no merecía tanta importancia, así somos, queremos lo que más llama la atención, pero realmente lo importante es el interior de las cosas, de las personas, el motivo final, los objetivos, las metas, lo demás, el exterior, no es lo importante.  Hoy tendrán una función de teatro y de cuentos, no es importante cómo luzcan, sino lo que siembren en los niños, el contenido de lo que brindarán, no sólo es el maquillaje que llevan puesto, y sus trajes, es lo que ustedes llevan en el corazón para compartir.  

   Se sonrieron y aquel día dieron lo mejor de ellos actuando, cantando y jugando con los niños del barrio.  Tal vez un día tenga la dicha de regresar, de volver a ver a mis chamos venezolanos llevando alegría, arte, música a la infancia venezolana, puede ser que un día vuelva a las aulas de clase...puede ser...quizás.  Mientras tanto, me quedo con los maravillosos recuerdos de mi gente, de mis estudiantes. Tuve la hermosa dicha de tener cientos de estudiantes maravillosos, de quienes también aprendí mucho.



Con amor, Lili.

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