domingo, 28 de octubre de 2018

Venezuela: lluvia de hamburguesas


   Empezar de cero no es nada fácil.  Hace tiempo que no escribía en este blog, por varios motivos.  Hace meses tomé la decisión de emigrar, decisión nada fácil de tomar, pero la situación en mi país, Venezuela, cada día empeoraba, muchos factores hicieron que apresurara mi salida de manera brusca.  Algunas personas me dijeron "¿cómo botaras a la basura todos tus años de servicio?", "¿Qué pasará con tu jubilación?", "¿Afuera es peor que acá?", la verdad tuve temor, pero maté mi "vaquita", el ministerio de educación me había dado para comer, comprar mi casa propia sin ayuda de nadie, poco a poco había logrado metas personales, y estaba feliz de servir a mi país, de usar mis conocimientos para levantar a una nueva generación con sueños y ganas de luchar.  

   La historia de la vaquita es muy famosa, quienes no la conozcan se las resumo en decir que una familia vivía de lo que una vaca producía, al cabo de un tiempo toda la gente estaba muy pobre pero esta familia se sostenía con lo que la debilucha vaca aún ofrecía, poquito pero esto les daba a esa familia la sensación de estar "mejor" que los demás que no tenían nada, y aunque ellos también eran pobres y padecían, creían que no estaban tan mal como otros por tener a la vaquita, hasta que un hombre sabio en la noche, se las mató, y la familia entró en desesperación, pero tuvieron que buscar otra forma de ingreso familiar y empezaron a sembrar, al tiempo lograron tener una buena posición social, pues las cosechas les dejaban mejores entradas de dinero. A eso me refería con matar la "vaquita".

   Padecí, como muchos en mi país, la depresión, situaciones familiares y personales también golpearon mi ser, cuando pensé que estaría bien, en abril me derrumbé emocionalmente, sin embargo, tomé fuerzas y fe en Dios, decidiendo ponerme en pie y emprender un nuevo rumbo.  Renuncié a mi "vaquita", y hasta los momentos, Dios ha sido fiel, no mentiré, he tenido días en los que he llorado, pero en toda esta travesía recuerdo la vida de José, el del antiguo testamento, quien fue vendido injustamente por sus propios hermanos.   Muchos venezolanos fuimos "vendidos" por nuestros políticos, nos traicionaron, incluso muchos de nuestros compatriotas también colaboraron a desangrar a nuestra nación, con su deshonestidad y su tramposería, gente que en otros países si siguen las reglas pero que en Venezuela hacían lo que se les daba la gana, gente corrupta: jueces, abogados, docentes, ingenieros, médicos, enfermeras, y un sin fin de profesionales que de una u otra manera sin que "nadie" les vieran, buscaron hacer sus "chanchullos" (tramposerías), y entonces esos miles de "Josés" venezolanos, esparcidos por todo el mundo estamos aprendiendo a depender de Dios, de capacitarnos para lo que viene para nuestras vidas, y es que José debía pasar por un largo proceso donde Dios lo usaría para salvar a muchas naciones del hambre que vendría sobre la tierra.

   A veces creo que todo este proceso nos capacitará para ser mejores, lo sé y estoy confiada en que al empezar de cero haremos mejor las cosas, no es fácil, pero ahora puedo tener la oportunidad de prepararme mejor para la restauración no sólo de mi propia vida, sino para enseñarles a mis hijos a que jamás se rindan aunque vean todo en ruinas.  Probablemente recuperemos la República, y cuando eso suceda, ya no seremos los mismos.  Siempre fuimos ingenuos, hace meses alguien me lo dijo, y hemos creído en la buena voluntad de la gente sin percatarnos del mal que nos quieren hacer, ya hoy hemos abierto los ojos, y sabemos que no nos podemos confiar en todo el que se hace llamar "amigo".

   Recuerdo que una vez me senté a ver de nuevo Lluvia de hamburguesas I, con mis hijos, una película que es el reflejo de mi país, aquella máquina que hacia comida: PDVSA, fue usada por todos para pedir cuánta cosa, todos comieron, y el gobernante de aquella Isla, empezó a pedir más y más comidas, se endeudó para transformar la isla en un lugar turístico, y la máquina no paraba de sacar y sacar comida para todos, sin percatarse que ésta colapsaría, y eso sucedió, ya nadie quería trabajar porque ¿para qué?, la máquina producía TODA LA COMIDA, así todos dejaron sus empleos (en Venezuela los campos fueron abandonados con la llegada del petróleo) y ya cuando el aparato colapsó ¿qué sucedió?, todos tuvieron que abandonar a Isla Bocado, casi parecido con nuestra realidad venezolana, ya no se podía habitar allí, era ya un lugar peligroso, y devastado.  

   Hay cosas que podemos rescatar de esa película para niños, examinarnos como sociedad, es evidente que cuando se recupere la República no podemos permitir que ningún político haga lo que se le pegue la gana, que no podemos derrochar el dinero de la nación como se hizo, que cada quien debe trabajar por el pan de cada día, que habrán programas estrictamente para apoyar a personas que realmente lo necesiten, pero que TODOS, podemos aportar algo bueno a nuestro país, todos debemos servir, ser útiles, y productivos.

   Adentro o afuera todos hemos tenido que sufrir, llorar, y sentir que nos robaron un pedazo de nuestra vida, pero es hora de fortalecernos porque vendrán los días en los que esto habrá de servirnos para enrumbarnos a un mejor destino, a valorar más las cosas, a quejarnos menos y luchar más, en corregirnos con amor cuando veamos que el otro se cae, y en ser radicales en no permitir ningún tipo de "saboteo" a nuestra dignidad.  

   A mi gente allá, les amo, no pude estar más allí por amor a mis hijos, motivos de salud fueron parte de mi despedida, pero no pierdo la esperanza que un día la justicia brille de nuevo en nuestra nación.

          Liliana.

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