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martes, 25 de enero de 2022

Decir las cosas

   


  Creo que este largo período en pandemia nos dejó a muchos con una nostalgia y dolor en el corazón, muchos hogares se vieron afectados, familiares y conocidos que se nos adelantaron en este viaje de vida, jamás nos llegamos a imaginar que las cosas se tornarían tan tristes en el mundo, no estábamos preparados para decir "adiós" tan pronto.  No hay palabras que puedan consolar o llenar el vacío que un ser amado ha dejado con su partida.  Una de las cosas que la gente dice que ayuda es el tiempo y la resignación, pero es que no estamos acostumbrados a tratar este tema, no quisiéramos decir adiós a quienes amamos, pero es una parte de la vida que absolutamente todos debemos aceptar.  La pandemia nos vino a dejar una enorme lección de cuán vulnerables somos, que a veces perdemos el tiempo en situaciones que no valen la pena, nos enseñó a apreciar cada minuto con nuestras familias, nos hizo reflexionar que cada día fuera de un hospital es ya una enorme bendición y debemos apreciar el hecho de sentirnos bien, de respirar.  

   Puede ser que tú hayas perdido a un ser amado, que ahora tu corazón esté de luto, pero debes recordar que tu propósito de vida aún no termina, que hay cosas por hacer, sueños que cumplir, abrazos que dar y sonrisas que compartir.  Sería bueno que pudieras hacer algo bonito, por muy simple o sencillo que sea, busca hacer algo por otra persona, no es necesario ser millonario para dar algo bueno de nuestros corazones, incluso una palabra de aliento a quien la necesite, un te quiero mucho a esa persona que aprecias, un mensaje a esa maestra de escuela o a ese familiar que te dejó un hermoso recuerdo de infancia.  Si buscas en tu mente hallarás recuerdos bonitos, sería bueno decirles a esas personas lo significativas que fueron para ti. 


   Hace unos meses cumplió años el señor Albanio, él era jefe de mi madre, su esposa Rosita y él, siempre me tenían una muñeca para navidad, de niña le pedía la bendición, en Venezuela los niños acostumbran a pedirle la bendición a los familiares, y el señor Albanio me decía:  "Yo soy su papá, pídame la bendición", yo sabía que no era mi papá, tuve un padre ausente, pero el señor Albanio Boscán, solía decirme así, su esposa jamás pensó algo malo de mi madre, ni tampoco le hacía escenas de celos por regalarme muñecas, al contrario, la señora Rosita también se mostraba muy amable y cariñosa con mi madre y conmigo, ya al crecer llevé en mi mente esos recuerdos que jamás me faltaron muñecas en navidad, así que le grabé un vídeo como agradecimiento, se lo mandé con su hija pues él no usa celular, no es muy dado con la tecnología, entonces le manifesté que ese hecho de regalarme muñecas en navidad y decirme "Yo soy su papá" eran recuerdos bonitos, yo entendía que él no era mi padre, pero era bonito sentirme como una más de sus niñas.  A lo que me refiero es que no dejo de decirles a las personas que las quiero, que las llevo en mi corazón, amistades muy valiosas partieron ya a sus moradas celestiales, a algunas les dije antes que les amaba, a otras me tomó por sorpresa y se fueron sin yo haberles dicho adiós.  Entonces me propuse que le diría a mis seres amados, familiares y amistades más cercanas lo valiosos que son para mí. No importa si suena cursi, no importa si me ponga sentimental, debemos siempre decir cuán importantes y valiosas son las personas que tenemos en nuestras vidas, quizás no exista un mañana para despedirnos, hay que decir las cosas.


Liliana.

sábado, 28 de septiembre de 2019

Emma regresa a casa



  Una mamá osa llamada Celia, se despidió de los suyos y de su tierra, para salvar a lo más apreciado para ella, a su pequeña osita, su bella Emma.

  Caminaron mucho hasta llegar a Ecuador, y la mamita osa por su hijita luchó.

Emma era alegría, música y color, nada la detenía a pesar de su condición.

  Su mamá osa feliz estaba, aunque ya no estaban en casa, y cada día en su abrazo se refugiaba.

  Soñaban con Venezuela, y un día regresar, con abrazar a los suyos y ya no llorar.
  Pero un día Emma, no pudo luchar más, dejando a su mamita en aquel lugar, "¡Quiero ir a casa!" Le dijo a su mamá, refiriéndose a Venezuela, cuando estaba en el hospital. Pero voló más lejos, se fue con el Creador, a la tierra de los unicornios de arcoíris y color.

Perdona mamita por no estar más, recibiré mis alas y de vez en cuando te vendré a visitar. Debo ser ángel, brisa y consuelo, para otros guerreros como yo, que hoy luchan con sus miedos.

(En memoria de Emma Patricia) Por: Liliana Lizcano.



martes, 24 de septiembre de 2019

Un corazón para Angélica




   Cuando has padecido del corazón sabes que debes cuidar no sólo de tu comida, sino también de tus relaciones personales y aprender mucho más de tus emociones. En mi proceso personal conocí a Angélica, a ella le gustaba mucho leer y al verme con un libro en la sala de espera, me preguntó qué leía. Allí empezó nuestra amistad. Angélica fue huérfana desde los 6 años, criada por sus tíos con mucho sacrificio, pero había logrado empezar su 5to año. Había llegado a un punto delicado de su enfermedad. 

   Un día me dijo que había preparado su corazón para irse con Dios, ya no quería seguir luchando pues sus tíos habían padecido mucho con ella y su enfermedad.

    Así que oramos por un milagro. Pasaron tres días quizás, yo estaba tomándome un jugo antes de entrar a ver a Angélica.
Estaba con dos amigos de mi infancia en ese momento, Ricardo me dice:

- ¡Perro chama!, están bajando a unos chamos que vienen heridos de un choque, se me revolvió el estómago. No veré a Angélica, siento que vomitaré.

   Nuestro otro amigo me da la guitarra y me dice: voy a ver.  Yo no quería ver a los heridos. Me senté y sólo dije dentro de mí: Padre, ayuda a esas personas que llegaron mal. Al rato vi pasar a una muchacha con una ropa que me encantó, pero se veía enferma, pálida, estaba buscando algo, le dije:

- ¿Buscas un lugar?.

- Si, la salida.

- Ah, está en el sentido contrario...Por cierto, me gusta tu suéter.

- Gracias. Me lo tejió mi mamá.

   Dijo adiós y siguió. Vi que ya era la hora de ver a Angélica y subí. Hablamos, reímos, oramos, le llevé un libro nuevo y me despedí. Poco a poco se apagaba, la notaba peor.

   Al bajar estaban los muchachos con un señor, no quería interrumpir. Luego supe que era uno de los padres de los jóvenes del accidente.

   Al día siguiente Ricardo y yo decidimos llevarle una canción que le habíamos hecho a Angélica, por su cumpleaños. Y afuera vio al señor de la otra vez. Nos acercamos para saludarlo y nos dijo que dos jóvenes se estaban recuperando, menos su hija. Y que le habían dicho que se preparara para la muerte de ella. Y empezó a llorar con gran amargura. Ricardo lo abrazó, luego llegó la esposa del señor y nos despedimos. 

   Al día siguiente la tía de Angélica nos llamó. Había un corazón para Angélica, fue como un regalo de cumpleaños. Nos alegramos mucho. La operación fue un éxito y su recuperación también lo fue.
Pasaron meses y Angélica pidió conocer el origen de los donantes. Pero no supo.

   Sin embargo Ricardo unió clavos sueltos y pensó que tal vez podría tratarse de la hija de aquel hombre con el que hablamos. Y como él hizo amistad con ellos se atrevió a llamar y preguntarles:

-...Yo sé que quizás puedo remover la herida que lleva, pero necesito preguntarle algo .

- Si, dígame Ricardo.

- Señor Andrés ¿Ustedes fueron donantes de órganos después que su hija murió?.

- Si. El corazón de mi hija debe estar en alguien en este momento.

- Es que creo que mi amiga Angélica tiene el corazón de su hija. Y ella quiere agradecer.

    Para resumir fuimos a visitar a estas personas, la muchacha había sido su única hija, el día que se fue sin permiso de su casa la madre le había advertido que no le gustaba ese grupo de amistades, pero ella desobedeció, escapándose a pasear cuando la pasaron recogiendo. Nos mostró su cuarto y casi me desmayo cuando vi una ropa tendida en su cama, yo no quitaba la mirada de la ropa, la señora me dijo:

- Ése era su suéter favorito, yo se lo tejí.

   Tragué saliva, no dije nada. Angélica se hizo muy amiga de la señora, incluso llegó a aprender a ...tejer con ella. A veces pienso que además del corazón también recibió una familia que la aprecia mucho, pero también es de reflexionar que cuando los padres te dicen algo, debes escuchar, porque en la desobediencia hay dolor e incluso muerte. 

Fin. 

Liliana Lizcano. 

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viernes, 20 de septiembre de 2019

Y los muchachos del barrio le llamaban loca.

    Mi amistad con Ricardo se hizo fuerte cuando enfrentamos juntos a un bravucón que lo molestaba. Él y sus cuatro hermanas eran algo así como mis hermanos prestados de la vida. Ricardo era el niño callado igual que yo, en nuestros  "mundos", Ricardo siempre fue desde niño un ser humano muy sensible, chillón como yo, preocupado por los demás, sus hermanas no le creían muchas de las cosas que él les decía, pues ellas creían que las cosas que solía ver, eran inventos para asustarlas.


   Como de niña, yo tenía sueños que luego se cumplían, muertes de personas, eventos un poco extraños, yo si le creía, y él a mí, porque podía contarle sin temor las cosas que soñaba y veíamos juntos los hechos y cuando pasaban nos mirábamos y exclamábamos: "¡Sucedió!".

   Un día soñé que el tío de Ricardo, Pablo, fallecía tocando su corazón, le conté a Ricardo, y él le contó a su tío y a la esposa de él, Johana. Ellos le dijeron que dejara de estar oyendo cosas feas, Ricardo insistía en que su tío fuera al médico, pero aquel día ambos lo escucharon sin dar importancia a eso.

   Pasaron quizás dos meses. Y el señor Pablo murió de un infarto. Su esposa estaba en shock en el velorio. Ricardo también. Le dije en la funeraria:

- Vamos a armar un rompe cabezas.

   Pero Ricardo no reaccionaba. Su mirada estaba perdida como la de su tía Johana. Me dijo:

- Lili, mi tío está aquí.

- Si, ya sé, es el muertito que está ahí.

- No Lili, está ahí frente a mi tía.

- No digas nada. Ya se irá al cielo.

   Y nos pusimos a armar el rompe cabezas.

   La señora Johana a partir de allí enfermó le diagnosticaron esquizofrenia, empezó a hablar sola, "perdió la razón" pero Ricardo sabía que algo más pasaba y que sólo él podía entender.

   La gente empezó a llamarla loca, porque hablaba con su difunto esposo y poco a poco fue perdiendo el sentido de la realidad. Siendo niños nos daba tristeza verla así, hasta que un día jugando a las escondidas, Ricardo empezó a gritar, diciendo que había visto a su tío. Le puse la mano la boca y le dije:

- Ya sabes cómo le dicen a la gente que ve más allá de lo físico.
Él viendo a su tía le dijo: - O se lo dices tú o se lo digo yo, pero ya debes dejar ir a mi tío, ya asusta.

Ella lo miró con ternura y dijo:

- No quiero decirle adiós.

- Ya deja que se vaya tía. ¡Te lo suplico!.

Y ambos se tomaron de la mano se dirigieron al sillón donde el señor Pablo se sentaba Y la señora le dijo:

- Debes irte.

Ricardo abrazó a su tía y lloraron.

   A partir de allí hubo mejoría en ella. Ella no tuvo hijos, hoy día Ricardo y su esposa, la cuidan.

Fin.  


Lili.
 

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