viernes, 20 de septiembre de 2019

Y los muchachos del barrio le llamaban loca.

    Mi amistad con Ricardo se hizo fuerte cuando enfrentamos juntos a un bravucón que lo molestaba. Él y sus cuatro hermanas eran algo así como mis hermanos prestados de la vida. Ricardo era el niño callado igual que yo, en nuestros  "mundos", Ricardo siempre fue desde niño un ser humano muy sensible, chillón como yo, preocupado por los demás, sus hermanas no le creían muchas de las cosas que él les decía, pues ellas creían que las cosas que solía ver, eran inventos para asustarlas.


   Como de niña, yo tenía sueños que luego se cumplían, muertes de personas, eventos un poco extraños, yo si le creía, y él a mí, porque podía contarle sin temor las cosas que soñaba y veíamos juntos los hechos y cuando pasaban nos mirábamos y exclamábamos: "¡Sucedió!".

   Un día soñé que el tío de Ricardo, Pablo, fallecía tocando su corazón, le conté a Ricardo, y él le contó a su tío y a la esposa de él, Johana. Ellos le dijeron que dejara de estar oyendo cosas feas, Ricardo insistía en que su tío fuera al médico, pero aquel día ambos lo escucharon sin dar importancia a eso.

   Pasaron quizás dos meses. Y el señor Pablo murió de un infarto. Su esposa estaba en shock en el velorio. Ricardo también. Le dije en la funeraria:

- Vamos a armar un rompe cabezas.

   Pero Ricardo no reaccionaba. Su mirada estaba perdida como la de su tía Johana. Me dijo:

- Lili, mi tío está aquí.

- Si, ya sé, es el muertito que está ahí.

- No Lili, está ahí frente a mi tía.

- No digas nada. Ya se irá al cielo.

   Y nos pusimos a armar el rompe cabezas.

   La señora Johana a partir de allí enfermó le diagnosticaron esquizofrenia, empezó a hablar sola, "perdió la razón" pero Ricardo sabía que algo más pasaba y que sólo él podía entender.

   La gente empezó a llamarla loca, porque hablaba con su difunto esposo y poco a poco fue perdiendo el sentido de la realidad. Siendo niños nos daba tristeza verla así, hasta que un día jugando a las escondidas, Ricardo empezó a gritar, diciendo que había visto a su tío. Le puse la mano la boca y le dije:

- Ya sabes cómo le dicen a la gente que ve más allá de lo físico.
Él viendo a su tía le dijo: - O se lo dices tú o se lo digo yo, pero ya debes dejar ir a mi tío, ya asusta.

Ella lo miró con ternura y dijo:

- No quiero decirle adiós.

- Ya deja que se vaya tía. ¡Te lo suplico!.

Y ambos se tomaron de la mano se dirigieron al sillón donde el señor Pablo se sentaba Y la señora le dijo:

- Debes irte.

Ricardo abrazó a su tía y lloraron.

   A partir de allí hubo mejoría en ella. Ella no tuvo hijos, hoy día Ricardo y su esposa, la cuidan.

Fin.  


Lili.

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