viernes, 20 de septiembre de 2019

Los Ositos y el hilo rojo

-¡Buenos días Abigail! (Dijo Osita)

- ¡Buenos días señito!.

- ¡Ningun señito!, repetí después de mí: ¡Hola negrita!, ¡Hola mi amor!, ¡Hola manita!, Tenéis que saludar a lo venezolano porque ya estamos en confianza y vos sois de la familia ya. (Decía mientras colocaba salsa de ajo a su empanada)

- Miráaaa Abi, leí todo el verguero que sucedió en la empresa, lamento mucho que esos hombres se pusieran tan celosos y formaran ese "Shous" (Show) en el trabajo. (Le dijo Osito)

- Si, ya pasó.

- No estéis triste que todo se aclara tarde o temprano y lo que no va a ser para uno pues es mejor que se aleje, pero mira, sois muy bonita y ya podrás encontrar a un mejor candidato. Así como Osita que sufría y sufría en el amor, hasta que me encontró a mí. (Decía muy orgulloso él)

- Eso es verdad, yo sufría sin ti, ¡pero ahora padezco!. (Dice ella con una sonrisa)

- ¡Vergación! las muchachas van a pensar que te doy mala vida y que jodo mucho. (Dijo apenado el maracucho)

- Por cierto ¿cómo se conocieron ustedes?. (Pregunté yo)

- ¿Le cuentas tú o le cuento yo, Osita?.

- Cuentales tú, Osito.

- Bueno, Lilita y Abi, ¿vos habéis escuchado la historia del hilo rojo?. (Pregunta él muy serio)

Abigail dice de inmediato:
- ¡Claro!, la leyenda que dice que las personas que están destinadas a conocerse y ser el uno para el otro están conectados por un hilo rojo invisible.

  Osito y Osita se ven sus caras y sonríen y al mismo tiempo dicen:
- ¡No!.

  Osito dice:

- Si, tiene que ver un poco con la leyenda, pero el hilo no era invisible. Ve, Abigail y Lilita, aquel día en el que yo encontré el hilo rojo estaba comiendo unas hamburguesas con unos amigos, y de pronto llegó un grupo de mujeres muy bonitas, todas muy hermosas, menos Osita, Osita si estaba aporreada.

- ¡OSIIIITOOOOO!. (Le gritó ella)

- Mi amor, ese día vos parecías un anima en pena, a conciencia. (Dijo él con ternura agarrando la quijada de su esposa)

- Pero tú sabes por qué, cuenta bien, Osito.

- Bueno, no me interrumpáis más, entonces todos empezaron a bucear a las muchachas que pidieron perros calientes y hamburguesas y se sentaron cerca. Cada uno decía ve, ésa está buena, ve ésa es hermosa, uy esa otra está pasada de kilos, bueno ésa era mi Osita Gummi, bueno en eso la Osita se fue a levantar y se agachó para recoger su cartera que se cayó, y allí cuando la vi en todo su esplendor, allí el hilo rojo entró en acción.

- ¿Cómo así?. (Pregunté)

- No interrumpáis Lilita, escucha.  El hilo rojo entró en acción cuando le vi el hilo que cargaba porque la muy muergana andaba con unos pantalones que cuando se agachaba se le veían las pantaletas, bueno eso no era una pantaleta, sino un simulacro de ropa interior, un hilito.  Mis amigos empezaron a bucearle el trasero y no me gustó el tipo de comentarios que escuché en la mesa, yo tengo hermanas, y en ese sentido hay cosas que no se dicen de una dama. Y como a Osita se le caía todo porque estaba medio rascada, a cada rato se agachaba, tuve que acercarme a decirle a una de sus amigas que la muchacha estaba dando un espectáculo público.  La amiga le dijo, y a su amiga le pareció tierno eso de mí y me dio su número, era la más bonita del grupo. Pues ellas se fueron del lugar a llevar a Osita a su casa que no podía ni caminar. Y esa misma noche su amiga me llamó, me dio las gracias por haberle ayudado con su amiga a llegar al carro y por percatarme del "shous" (show) del hilo rojo.

- Ajá y ¿cómo fue que terminaron juntos?. (Pregunté yo con curiosidad)

- Ese cuento te lo voy a deber porque ya vamos tarde al trabajo.

CONTINUARÁ.


Lili.

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