jueves, 31 de diciembre de 2020

Me enseñaste mucho 2020, Adiós 2020

Me enseñaste mucho 2020

   2020 Me enseñaste mucho, ya sabía que serías un año difícil, me lo habían advertido, pero también me habían prometido que no me soltarían de la mano, Dios me ayudó a conocerte sin temor, a comprender tanto de la vida en cada mes.  Contigo aprendí que la vida es sumamente efímera, que muchos se fueron sin poder despedirse, luchando por el aire, ese aire que es un milagro de vida y pocos valoran en cada despertar.  Aprendí a dar gracias en todo y por todo.  Aprendí a que mi Padre Celestial nos ama y tenía cuidado de mí en momentos tan adversos, en momentos en los que lloré tanto y Él fue mi fiel consuelo y ayudador.  

   Aprendí que Él me alejaría de personas que realmente nunca fueron amistades genuinas, aprendí a que debo ser prudente y no meterme en asuntos ajenos y mucho menos a aceptar cuando alguien me venga con una "historia" de una amiga con la que se la lleva mal y es incapaz de decírselo en su cara, porque luego, me señalarían y culparían a mí por cosas que esa amiga jamás se atrevió a decirle en la cara a otra persona, mucho drama a nuestro alrededor también es nuestra culpa cuando aceptamos a personas así, es falta de sabiduría, y esa fue la mejor de las lecciones, cuando decides cerrar la puerta a eso, te tratarán con silencio, aunque muestres amabilidad y jamás le hayas hecho nada a esa persona, esta es la mejor señal que puedas tener que esa amistad no debió haber sido y que debías haber visto las otras señales de alarma mucho antes, no porque esa persona sea mala, sino porque tú necesitas crecer y esa persona tiene otros procesos diferentes que asimilar en su vida, y tú tienes otros.  

   Aprendí que todo tiene una razón de ser y que no podía buscar hacer reír a otros cuando éstos están sumergidos en su amargura y en quererte señalar por sus propios errores en los que se ven reflejados cuando te ven, aprendí que aunque te esfuerces por llevar sonrisas, algunos lo verán como un regalo y otra persona que decía ser tu amiga diga: "Es ridícula", cuando esa ridícula sólo buscó hacerla reír, así que decides no tratar de salvar al mundo de sus días grises y pintar sólo los tuyos, aprendes que no es egoísmo, sino que es justo cansarse y decir ya no más, al final de cuentas muy poca gente notaba lo que verdaderamente tratabas de dar, y agradeces a quienes pudieron sonreír contigo y en agradecimiento a ese amor te despides y continuas. 

  Porque aprendí con el 2020 que si es verdad que me gusta que otros sonrían, también es cierto que en muchos momentos aunque yo estaba llorando por dentro, coloqué mi dolor a un lado para buscar esa sonrisa de la gente que sin conocerles les estimaba tanto, debía entonces hacer un alto, alejarme y poder ver cosas que no podía ver antes, de ese tiempo valioso que brindaba, debía invertirlo ahora en mi sonrisa.  

   Los cambios no son sencillos de hacer, pero son necesarios y este 2021 es un buen comienzo para muchos cambios positivos, nadie me roba la ESPERANZA, una palabra que amo porque unida con la FE fue lo que me permitió salir de mi país a luchar por mis dos hijos, no negaré que tuve temor, pero mi corazón se armó de valor para tener fe y esperanza en las promesas reales de Dios que se han estado cumpliendo en mi vida y aunque Él ya me ha mostrado mucho de lo que viene para el 2021, espero poder tener la fortaleza en Él de seguir adelante. Amén.  


Liliana Lizcano.

lunes, 3 de agosto de 2020

No se puede devolver el tiempo




  Ella era una mujer que no sólo era hermosa por fuera, también lo era por dentro, de sus seis hermanas, ella era la más bella, Meli, de piel blanca, cabello castaño claro, liso y largo, su esbelta figura hacia que todos voltearan al verla, maravillados quedaban con su forma de expresarse, siempre dispuesta a ayudar a todos, con una fe enorme en el corazón y siempre creyendo en lo mejor de todos.  Su padre había sido un alcohólico, y su madre las había sacado adelante con mucho esfuerzo, pero lamentablemente nada es perfecto, y la señora quería vivir a través de la hijas lo que ella no pudo vivir, a Meli en particular le decía noche y día que debía conseguir un hombre de buena condición económica para casarse, que ya tenía edad de ir "viendo" con quién casarse.

   Meli ya estaba enamorada, le gustaba mucho un joven de su misma congregación, ella era la única cristiana de su familia, aquel joven (de quién no recuerdo su nombre, pero sé que ella una vez me lo mencionó al relatarme esta historia que me pidió contara a otras jóvenes), era un joven muy trabajador, su familia era pobre, pero había aprendido de su papá el oficio de la zapatería, hacía zapatos y también los arreglaba.  Cuando Meli le mencionó a su mamá que este joven quería salir con ella, la madre le contestó molesta:

- ¿Cómo se le ocurre?, ¿El hijo del zapatero? otro pobre, nunca saldrás de la pobreza, deberías aprovechar tu belleza, tu juventud y buscar a un hombre con mejor posición social.  No vas a salir con él.

   Meli que de todas las hermanas era la más sumisa, y bastante obediente, decidió no salir con el joven y no se permitió tener un noviazgo con él, siendo éste un joven bueno, que compartía su misma fe y muy trabajador.   

   Con el tiempo, Meli veía que todas las jóvenes se casaban, pero ella no y empezó a preocuparse que como le decía la madre "Le hubiese dejado el tren".  En esas ocasiones en las que ella trabajaba de voluntaria, llegó a aquella iglesia un muchacho menor que ella, un vago, drogadito sin haber cursado estudios de bachillerato, y el joven puso los ojos en Meli, se "propuso" cambiar, "meterse" a la religión y mostrarle que podía luchar por su amor, ciertamente el joven empezó a tener cambios, culminó el bachillerato y eso alegró a Meli, ella le ayudó a buscar empleo y si, el muchacho consiguió "quien lo rescatara", ella se sentía feliz, ya que él era muy astuto, le escribía poemas, cartas, esos detalles que Meli jamás había recibido de nadie.  Todas las jóvenes de la iglesia se preguntaban cómo una joven como ella iba a fijarse en un muchacho como Oscar, la verdad no hacían pareja.  Mejor le hubiese sido a la madre de Meli dejarla tener amores con el zapatero, pues Oscar se metía a escondidas a la casa de noche, y hasta golpes le ofreció a la mamá de ella.  Un total patán, pero ella estaba perdidamente "enamorada".


   El tiempo pasó y si, Meli se fue con ese hombre, sin casarse, viviendo una vida infeliz, porque todo el barrio supo que el hombre la maltrataba, sus dos hijas incluso estaban ya adiestradas por el padre para que acusaran a la mamá si Meli hablaba con alguien, si ella hablaba mal de él con su familia, sus hijas se habían convertido en sus enemigas desde pequeñitas.  Bueno, un día Meli llorando ante tanto maltrato, recordó a aquel zapatero que un día se había fijado en ella, y decidió buscarlo, ella sabía en dónde él tenía su zapatería.  Fue al centro de la ciudad y él se sorprendió al verla, sonrió, y ella a él también.

- ¡Meli! ¿Cómo está? ¡Cuánto tiempo ha pasado!

  Ella conversó con él por largo rato, no sé qué tanto habrán conversado, pero si sé que le respondió él a ella, le dijo estas palabras:

- Meli, lamento mucho lo que has estado pasando, me da mucha pena contigo, pero es bastante tarde para que me busques, yo hice mi vida, tengo una maravillosa esposa y dos preciosas hijas, no soy millonario, pero mi negocio me permite sostener a mi familia y le voy a pedir que por favor no venga acá.

   Muchos podrían juzgar a Meli, yo vi las cartas que Oscar le escribía y yo que he estudiado Literatura debo confesar que el hombre era muy bueno escribiendo, las palabras de Meli me hacían ver a una mujer ya mayor pero infantil en sus emociones, con la ilusión que él un día pudiera cambiar, del zapatero no habló mucho, sólo que le gustaría volver al pasado y no haber tomado aquella mala decisión, pero todos sabemos que no se puede devolver el tiempo. En la actualidad aún está viviendo con Oscar y sus dos hijas, pero ella no es feliz.  Me pregunté muchas veces por qué no dejaba a ese hombre maltratador, pero supongo que el haber tenido un padre alcohólico y haber visto el mismo patrón en su madre la llevó a copiar dicho patrón.

Fin.

Liliana Lizcano.

domingo, 2 de agosto de 2020

Una historia de amor secreto. Segunda Parte.



   Llegué a la casita de Doña Panchita, allí estaba esperándome, con un tamal y un café.

- Siéntese por acá.
Dijo sonriendo y limpiando con un trapo la mesa.

   Don Pancho estaba sentado en su silla acariciando a su gato y tomando café.  Doña Panchita, me sirvió y se sentó frente a mí, ella cortaba algunos ingredientes para su comida del mediodía y continuó con la historia de su tía Leticia:

-  Como le estaba contando ayer, mi tía Leticia empezó a citarse con aquel gringo en la playa, nadie sabía que el esposo de mi tía Leticia era homosexual, pero ella había llegado a un acuerdo de guardar silencio y las apariencias con la condición que no fuera a tocarla más, que tampoco le prohibiera salir, en pocas palabras, el esposo no tuvo más que acceder a todo lo que mi tía le pidió, nadie sabía nada, sólo yo y afortunadamente yo era muy callada, no era una niña chismosa, ahora es que vengo a abrir la boca porque supe que usted escribe, y sería bonito que esta historia no vaya a morir conmigo.

   Bueno Miss Lili, en las tardes cuando el "amigo" o mejor dicho, el amante del esposo de mi tía Leticia llegaba, ella les preparaba café y se iba, se fijaba que nadie estuviera mirando o cerca de la casa, y salía conmigo a la playa, muchas fueron las veces que se vio con el gringo, él empezó a llevar a la playa un libro, le fue enseñando a mi tía su idioma, y no sólo eso, le hablaba de los tesoros que habían en nuestras tierras, el señor era de esos investigadores que venían de afuera, bueno, un día él nos llevó a una casa muy cerca de allí, había más gente gringa, le dieron la bienvenida a mi tía y a mí, estaban celebrando algo, yo no sé qué sería, pero comimos mucho.  

   Cuando él nos acompañó para despedirnos, ella lloró y él besó su frente, tomó sus manos y le dijo algo que yo no entendí, se abrazaron largo rato, él me sonrió y me pidió que cerrara los ojos, al abrirlos tenía frente a mí una muñeca muy bonita, yo me fui feliz, pero mi tía se fue llorando.  No entendía que pasaba.  Lo entendí al día siguiente cuando no fuimos a la playa y me dijo:  "Peter tuvo que regresar a su país".

   Pasaron muchos días y llegó una carta, supe que era del gringo porque mi tía sonreía cuando la leía, yo sólo le había visto esa sonrisa de enamorada el día de su boda y luego con el gringo, a veces señorita Lili, nos decepcionamos en el amor, pensamos que seremos felices con alguien y mire lo que le pasó a mi tía con su esposo, pero luego conoció el amor, de la manera menos imaginada.  Mi tía guardó silencio respecto a los amoríos de su esposo con aquel hombre que iba a verlo siempre, la gente no sospechaba, mi tía no lo juzgó, entendió que él vivía lleno de odio  por la tragedia que vivió en su niñez, mi tía lo ayudó a sanar, se convirtió más bien en su mejor amiga, lo perdonó, pero en ese tiempo decir que eres homosexual era algo muy grave, la familia de él le preguntaban que cuando iba a tener hijos, pero él no tocaba a Leticia.  Un día ellos tuvieron una larga conversación en el patio, los dos lloraron mucho, él la abrazó y ella lo besaba feliz, yo no entendía, bueno lo que sucedía era que él le había dado permiso a mi tía Leticia para que el gringo viniera y se quedara unos días en esa casa, así fue.

   El gringo llegó con regalos para él, para ella y para mí, al parecer este secreto era de cinco personas, Leticia y el gringo, Carlos, el esposo de mi tía Leti, el amante de mi tío Carlos, llamado Andrés y yo una niña que estaba comprendiendo el mundo complicado de los adultos. Ese mediodía nos sentamos todos a la mesa, el gringo y mi tía estaban felices, y mi tío Carlos sonreía con su amante, Andrés, yo comía, no decía nada a mis padres porque mi tía Leticia era buena conmigo, quería que fuera feliz.

   Pasaron los días, y el gringo tuvo que regresar a su país, con la promesa de volver.

    Pasaron muchos días y mis tíos estaban hablando muy preocupados:

- ¿Leticia qué haremos ahora?

- Debemos avisarle de inmediato a Peter.

   Mi tía Leticia, estaba embarazada, mi tío Carlos estaba muy preocupado porque el bebé podría salir como el gringo, allí todos sabrían que no sería de él, tenía miedo.  Las mentiras tienen pies muy cortos, pero es que ellos no le estaban mintiendo a nadie, ellos estaban viviendo sus vidas sin meterse en la de los demás, pero Carlos no podía revelar su secreto.  Mi tía Leticia le dijo:

- No te preocupes, Carlos.  Esto lo resolveremos.

   Pasaron los días y el gringo llegó por Leticia, tenía influencia porque preparó todo y se los llevó a los Estados Unidos.  Con el tiempo mi tío Carlos vino a visitar Perú, pasó por la casa, diciendo que mi tía y él no habían tenido hijos porque él es estéril, mentira, yo sabía la verdad, le piqué el ojo a mi tío, mi tía me enviaba cartas y dinero a mí de vez en cuando, gracias a ella, tengo esta casita que ve usted, ella tuvo 3 hijos con el gringo.  Y ¿qué pasó con mi tío Carlos? se estará preguntando usted, pues en una de esas visitas se llevó a Andrés con él.  Ambos trabajaron para Don Peter.  Esta historia tuvo final feliz, pero ¿cuántas personas homosexuales se casan para mantener una apariencia fingiendo ser heterosexuales?, eso causa desdicha en el heterosexual que se casa sin saber, así como le pasó a mi tía Leticia, Afortunadamente ellos pudieron hablar de ese tema tan delicado, en aquel tiempo esos temas eran muy complicados, ella podía haber gritado a los cuatro vientos el engaño de Carlos, pero sabía que si lo hacía, la familia de él lo rechazaría, además Carlos había pensado muchas veces en suicidarse.  Mi tía Leticia merecía ser feliz, por eso yo guardé muy bien el secreto.  Ya ve Miss Lili, la historia tuvo un final feliz, ya ellos murieron, ahora le queda a usted contar esta historia para que no muera conmigo.

Fin.

Liliana Lizcano.

sábado, 1 de agosto de 2020

Una historia de amor secreto. Primera parte



   Siempre voy a comprar pescado a la casa de unos ancianos que cariñosamente les llaman "los Panchitos", hoy, Doña Panchita estaba limpiando el pescado que sus hijos pescan cerca del Océano Pacífico, su esposo Don Pancho siempre está sentado en una mecedora observando el horizonte. Llegué a pedirles dos pescaditos, y mientras que ella los limpiaba me invitó a sentarme cerca.  Empezó a relatarme una historia que según ella fue un escándalo, pero que ahora como ya ella estaba mayor y todos habían muerto, deseaba contarme para que la escribiera.  Yo siempre llevo una pequeña libreta y un lápiz a donde voy, de inmediato la saqué para tomar nota de algunos datos.

- Miss Lili, ¿Sabía usted que antes los amores eran muy complicados?, yo tuve una tía que se casó muy joven, el esposo era un muchacho de por acá mismo, los dos tenían el mismo nivel social, ¡pobres! (dijo riendo) como uno pues, con lo necesario para vivir y sus trabajitos, ella se casó con tanta ilusión, yo tenía unos seis años, recuerdo como si fuera ayer la boda. ¡Qué feliz estaba mi tía Leticia!, pero esa felicidad no le duraría mucho.  

   Agarró el pescado y mientras lo abría para sacarle las tripas siguió diciendo:

- Ese hombre casi la deja como este pescado, sin nada por dentro, yo era niña, pero me daba cuenta que ella no era feliz.  Aquel hombre empezó a serle infiel, era lo normal, como muchos machistas decía que nuestra familia no le había enseñado a cocinar bien, cosa que era mentira, ella cocinaba muy bien, también decía que era mala en la cama, hablaba muy mal de ella, que lo tenía harto y la gente empezó a ver mal a mi tía, y es que antes la mujer tenía la culpa, sí el hombre no estaba contento, era porque la mujer no cocinaba bien, o no era buena amante y quién sabe cuántas quejas más.  Mi tía lloraba mucho, recuerdo que cumplí siete años, y me dijo un día: "Vamos a la playa".  Mientras yo hacía un castillo de arena cerca de ella, ella miraba el mar y se le resbalaba una lágrima en la mejilla, yo le preguntaba qué le pasaba y ella no tenía con quien hablar, pensaba que yo no sabía nada, pero uno cuando está pequeño oye las conversaciones y si sabía lo que le pasaba: ella no era feliz.  Por cierto, Miss Lili, ¿quiere un poco de café?, ya le traigo.

- No, no, mejor me sigue contando por favor.

- Bueno, ese día, un hombre muy blanco estaba en la playa, estaba pasando por allí cuando vio a mi tía y le habló en ese idioma que usted le está enseñando a mi nieto.

- ¿Le habló en inglés?

- Si.  Pero mi tía no le entendió y él se sonrió, trató con señas y gestos y ambos empezaron a reír, ella logró decirle su nombre porque oí cuando le dijo: "Leticia", y el gringo se llamaba Peter.  Bueno se despidió.  Mi tía y yo nos fuimos a la casa de ella porque ese día me tenía que cuidar toda la tarde, cuando llegamos mi tía y yo nos sorprendimos que el esposo de ella se estaba besando con otro hombre, mi tía me tapó los ojos, me llevó a la cocina.  Allí empezó su calvario, con amenazas que debía callar, que no fuera a decir nada a nadie, mi tía le dijo que no se preocupara, pero que por favor no fuera a tocarla más.  Así fue como llegaron a un acuerdo.

   En este momento, tomó el otro pescado y empezó a limpiarlo de las escamas.  Y siguió narrando su historia:

- Como le iba diciendo Miss Lili, al día siguiente mi tía Leticia me volvió a llevar a la playa, ella esperaba volver a encontrarse con aquel gringo, pero no aparecía, esperamos mucho, pero no apareció.  Lo intentó una vez más al siguiente día, pero nada que el gringo aparecía por la playa, cuando ya nos íbamos, escuchamos un grito a lo lejos: ¡Leticia!.  Era el gringo, mi tía sonrió, como nunca en mi vida la había visto sonreír.  El cabello negro y largo de ella parecía bailar con la brisa del mar, y el gringo al acercarse se le quedó mirando como bobo, le dijo algo en inglés pero mi tía no le entendió, el muy atrevido viendo que ella no entendió hacía gestos señalando el cabello de mi tía y dijo:  "Bonito". Mi tía toda avergonzada y nerviosa le da las gracias, él me señala a mí y pregunta: ¿hija?.  Mi tía le explica que yo era una sobrina, pero como que no entendió nada.  En ese entonces una mujer no podía estar a solas con un hombre, y menos un desconocido, así que se citaron, entre señas, risas y palabras que no entendían quedaron para verse, yo era "la chaperona", nadie sospecharía que mi tía se encontraría con un hombre llevándome a mí, menos estando tan cerca de casa, bueno estos peces están ya listos, ¿cuándo regresa por pescado para terminar de narrarle la historia de mi tía?.

- Mañana, vengo mañana domingo.

- Bueno acá la espero para terminarle de contar.

Continuará.

sábado, 11 de julio de 2020

¡Cuenta rápido estúpida!

   No era un sábado cualquiera, era un día importante para ella, aquella mujer se había esforzado en varios trabajos, a veces debía aguardar por la paga cada final de mes, eso la ponía un poco tensa.

   Ese sábado muy temprano se fue a llevar los desayunos que le habían encargado, iba pensativa, deseando completar el dinero que le faltaba para comprar su nueva cocina, pues la que tenía de dos hornillas sólo tenía una hornilla buena, además tenía que estar pidiendo prestado el horno a su vecina.  Hizo más comida de la acostumbrada con la fe de vender todo y lograr la meta.  Al terminarse todo empezó a contar las monedas de 5, 2 y un sol.  Contó todo y se alegró.  Ella completaría el dinero con dos billetes que tenía guardados.  Se fue al local de electrodomésticos y escogió su cocinita.  Económica, pequeña pero era lo que ella necesitaba.

   Hizo la cola como todos y en el momento que llegó a la caja y empezó a contar las monedas con el cajero que atendía, una señora que iba atrás de ella le gritó:

- ¡Cuenta rápido estúpida!

- ¿Es conmigo eso?

- Si, vienes a comprar y traes todas esas monedas, estamos apurados.

- Si pero no tiene por qué insultar.  Respete.

- Respeta tú que estás en mi país, llevas rato allí contando monedas.  Viene uno a comprar y tiene uno que encontrarse con ustedes estorbando. Andamos apurados, ustedes los venecos son tan molestos.

- Ah señora, si es por eso, no hay problema tome mi puesto, yo tomo el suyo, pase usted primero entonces a la caja.  

   En ese punto la joven mujer no quería pelear con nadie, después de todo era mucha su alegría de poder comprar la cocina que tanto necesitaba, además había comprendido desde hace tiempo que muchas personas andan por la vida soltando por sus labios odio, resentimiento propio de situaciones ajenas a uno, que no hay que tomarse nada de manera personal, pues cada quien da de la abundancia de su propio corazón, tal vez por alguna razón eso debía suceder, algo debía aprender, tenía quizás que ejercitar más su dominio propio al no alterarse con el mal humor de aquella señora, o simplemente debía retardarse un poco más en la compra porque algo malo podía suceder en el camino de vuelta a su residencia, todo, absolutamente todo tiene una razón de ser, si nos enfocamos en las enseñanzas o en el crecimiento que podemos adquirir incluso de las situaciones más desagradables entonces el transitar de nuestra vida no sería tan difícil, pero generalmente ponemos resistencia o nos dejamos llevar por situaciones donde las emociones nos dominan y explotamos en ira, no era para menos el asumir una actitud negativa frente a esa señora tan desagradable, después de todo la mujer también había tenido un día agotador, pero pensó:  "Esto también me ayudará para bien".

   Así que la señora pasó adelante, prepotente, sacó su tarjeta de crédito y pagó su computadora.  Seguía murmurando cosas:

- Acá tiene joven, tarjeta de crédito, coloque a (x) plazos por pagar. 
Menos mal ya voy a salir de aquí, esta gente me da una cólera.  
   
   Seguía ahora el turno de la joven mujer, la señora hizo su compra y por alguna razón estaba esperando cerca de allí con sus cajas, quizás esperando a que su esposo viniera a ayudarla.  Entonces el cajero imprimió la factura de la joven mujer extranjera:

- Señorita, acaba usted de sacar la factura ganadora, puede llevarse una impresora, ¡Felicitaciones!  

   La muchacha gritó de emoción y sorpresa. Y aunque aún no tenía su lapto soñada, sabía que quizás era un mensaje de amor que pronto podría lograr reunir el dinero para comprarse también su computadora. La señora que antes la había apurado para que saliera de la caja pronto por pagar con monedas (Cuando se venden arepas y empanadas te pagan con monedas y ella había completado el dinero para su cocina así) se molestó y reclamó:

-  ¿Cómo es eso que ella se gana una impresora con la factura?

- Señora, a la señorita le tocó el número de cliente ganador.

- Pero ese premio me correspondía a mí. Además yo compré una computadora, ella una cocina. Ese premio era para mí.

- Eso habría ocurrido si usted se hubiese quedado en su puesto en la fila, recuerde que usted intercambió el puesto manifestando estar apurada.

- ¡Eso es injusto!, esa impresora es mía, no es de ella.

- Señora, no, la factura ganadora es la de la señorita, ya pagó la cocina y se lleva el premio, lo siento. Debió quedarse en su puesto para que su factura saliera premiada con el número. Fue usted la que empezó a renegar, a insultar y pedir ser atendida de inmediato.

   La mujer mucho más enojada empezó a reclamar y se fue al gerente de la tienda a colocar el reclamo.

   El hecho es que ahora no sólo esa mujer venezolana se llevaba su cocina sino un premio extra, a la paciencia, al no explotar en ira, al entender que TODAS LAS COSAS A LOS QUE AMAMOS A DIOS nos ayudan para bien.

  Ah casi lo olvidaba, comparto las fotos, mi nueva cocina. Gracias por acompañarme y leerme con una sonrisa.






Liliana Lizcano.

¡Gracias Padre Santo por tu provisión y cuidados en medio de las dificultades!

Milagro

Milagro


La mujer había leído un párrafo completo, sus lágrimas caían a través de las arrugas de su rostro que dibujaban una sonrisa, dijo:

- ¡Milagro! Aprendí a leer a mis 75 años.

Es que nunca es tarde para los milagros, nunca es tarde para cumplir un sueño.

jueves, 9 de julio de 2020

Un corazón para Angélica

Un corazón para Angélica



   Cuando has padecido del corazón sabes que debes cuidar no sólo de tu comida, sino también de tus relaciones personales y aprender mucho más de tus emociones. En mi proceso personal conocí a Angélica, a ella le gustaba mucho leer y al verme con un libro en la sala de espera, me preguntó qué leía. Allí empezó nuestra amistad. Angélica fue huérfana desde los 6 años, criada por sus tíos con mucho sacrificio, pero había logrado empezar su 5to año. Había llegado a un punto delicado de su enfermedad. 

   Un día me dijo que había preparado su corazón para irse con Dios, ya no quería seguir luchando pues sus tíos habían padecido mucho con ella y su enfermedad.

   Así que oramos por un milagro. Pasaron tres días quizás, yo estaba tomándome un jugo antes de entrar a ver a Angélica.

   Estaba con dos amigos de mi infancia en ese momento, Ricardo me dice:

- ¡Perro chama!, están bajando a unos chamos que vienen heridos de un choque, se me revolvió el estómago. No veré a Angélica, siento que vomitaré.

   Nuestro otro amigo me da la guitarra y me dice: voy a ver.

   Yo no quería ver a los heridos. Me senté y sólo dije dentro de mí: Padre, ayuda a esas personas que llegaron mal. Al rato vi pasar a una muchacha con una ropa que me encantó, pero se veía enferma, pálida, estaba buscando algo, le dije:

- ¿Buscas un lugar?.

- Si, la salida.

- Ah, está en el sentido contrario...Por cierto, me gusta tu suéter.

- Gracias. Me lo tejió mi mamá.

   Dijo adiós y siguió. Vi que ya era la hora de ver a Angélica y subí. Hablamos, reímos, oramos, le llevé un libro nuevo y me despedí. Poco a poco se apagaba, la notaba peor.

   Al bajar estaban los muchachos con un señor, no quería interrumpir. Luego supe que era uno de los padres de los jóvenes del accidente.

   Al día siguiente Ricardo y yo decidimos llevarle una canción que le habíamos hecho a Angélica, por su cumpleaños. Y afuera vio al señor de la otra vez. Nos acercamos para saludarlo y nos dijo que dos jóvenes se estaban recuperando, menos su hija. Y que le habían dicho que se preparara para la muerte de ella. Y empezó a llorar con gran amargura. Ricardo lo abrazó, luego llegó la esposa del señor y nos despedimos. 

   Al día siguiente la tía de Angélica nos llamó. Había un corazón para Angélica, fue como un regalo de cumpleaños. Nos alegramos mucho. La operación fue un éxito y su recuperación también lo fue.

   Pasaron meses y Angélica pidió conocer el origen de los donantes. Pero no supo.  Sin embargo, Ricardo unió clavos sueltos y pensó que tal vez podría tratarse de la hija de aquel hombre con el que hablamos. Y como él hizo amistad con ellos se atrevió a llamar y preguntarles:

-...Yo sé que quizás puedo remover la herida que lleva, pero necesito preguntarle algo 

- Si, dígame Ricardo.

- Señor Andrés ¿Ustedes fueron donantes de órganos después que su hija murió?.

- Si. El corazón de mi hija debe estar en alguien en este momento.

- Es que creo que mi amiga Angélica tiene el corazón de su hija. Y ella quiere agradecer.

    Para resumir fuimos a visitar a estas personas, la muchacha había sido su única hija, el día que se fue sin permiso de su casa la madre le había advertido que no le gustaba ese grupo de amistades, pero ella desobedeció, escapándose a pasear cuando la pasaron recogiendo. Nos mostró su cuarto y casi me desmayo cuando vi una ropa tendida en su cama, yo no quitaba la mirada de la ropa, la señora me dijo:

- Ése era su suéter favorito, yo se lo tejí.

   Tragué saliva, no dije nada. Angélica se hizo muy amiga de la señora, incluso llegó a aprender a tejer con ella. A veces pienso que además del corazón también recibió una familia que la aprecia mucho, pero también es de reflexionar que cuando los padres te dicen algo, debes escuchar, porque en la desobediencia hay dolor e incluso muerte.


Fin.


Liliana Lizcano.

miércoles, 8 de julio de 2020

Símbolos que usan los depredadores pedófilos y que los padres deben conocer


   Decidí escribir esta información porque como escritora de cuentos para niños y docente, siempre he pensado que la infancia es el regalo más hermoso que tenemos, que debemos defender y cuidar, por ninguna razón se debería convertir en una pesadilla ser niño o niña y ser abusado.  Esto es lo que se está promoviendo en los últimos tiempos, la pedofilia, Según el diccionario es:

     Atracción sexual de la persona adulta hacia niños de su mismo o de distinto sexo.
         se considera que la pedofilia es una perversión o una desviación sexual

  El movimiento LGTB, buscaba la aceptación de personas con gustos sexuales diferentes al heterosexual, sin embargo, cada vez se escucha con más fuerza incluir a pedófilos, algo a lo que muchos homosexuales e incluso lesbianas no están de acuerdo, pues los niños son sagrados, no están en una condición para explorar su sexualidad a una edad temprana, más bien se les debe proteger de cualquier abuso físico y psicológico.  Hoy quiero compartir los símbolos que los pedófilos usan para identificarse entre sí.  Esto lo deben saber los padres y representantes para estar alertas a los sitios web, e incluso algunas de estas personas usan pulseras, cadenas y dijes con estos símbolos, pero más que todo deben estar pendientes en los sitios web, en los perfiles de las personas de las diferentes redes sociales.

  El primero es una especie de triángulo pequeño que está contenido en un triángulo más grande (El cual es el pedófilo) el significado es una persona grande o mayor que le "quiere" a alguien más pequeñito.  Existen dos tipos de triángulos:  Si el triángulo está bien dibujado, indicará un pedófilo al que le gustan los varones ya entrando a la pubertad, sí el triángulo está desdibujado, son pedófilos que prefieren a niñitos pequeños.

   Luego está el símbolo del corazón grande conteniendo a otro más pequeño, son los pedófilos que les gustan las niñas, si ves esto en una joyería ya sabes que son para pedófilos que buscan niñas, bien sea hombres o mujeres que buscan niñas para cometer crímenes sexuales, te aconsejo a ti que me lees que eres mujer, y que tenemos por costumbre usar joyas, tengas cuidado si entre tus accesorios tienes un corazón conteniendo otro más pequeño, te podrían identificar como a una de estas personas sin serlo, también ten cuidado si tu hija pudiera haber recibido este tipo de "regalo".

   Y por último están los dos símbolos que identifican a los pedófilos que "quieren" niños sin importar el género, tanto niñas como niños, es una mariposa, así como está en el dibujo y el otro símbolo que contiene el triángulo y el corazón a la vez.

   Esta información la obtuvo el FBI al entrar en las casas de aquellas personas involucradas en abusos contra menores de edad, también la poseen muchas webs que pasan desapercibidas e incluso perfiles de gente en twitter, instagran y facebook que aparentemente no postean nada malo, pero tienen esa señal para que otros igual a ellos los reconozcan.

   Yo estoy en contra de esto porque como docente he escuchado cientos de casos de abusos, sé el dolor que puede causar en una ser humano porque un familiar vivió una violación, también he escuchado a amigas que han llorado conmigo el abuso de padres e incluso familiares que en vez de protegerlas abusaron de ellas, también escuché a dos grandes hombres amigos míos que me compartieron sus historias con un llanto de dolor, que a pesar de ser adultos aún tienen pesadillas de esos hechos, las personas que padecen este tipo de trastorno deben buscar ayuda psicológica y psiquiátrica, NO ES NORMAL que te gusten los niños si eres un adulto, debes buscar ayuda, no es cuestión de lo que te gusta, sino de lo que es y no es correcto, abusar y dañar la vida de otros JAMÁS será correcto, y NO vamos a aceptar esto dentro de la sociedad, nos seguiremos negando y seguiremos alzando nuestra voz en la lucha de TODA INJUSTICIA, si usted tiene este trastorno busque ayuda, Dios le ama, pero aborrece su pecado, busque sanar su corazón, su mente, no hay imposibles para Dios, busque la restauración de su alma, su mente y su corazón, no se convierta en la pesadilla de un ser humano que no tiene la culpa de su trastorno, no es una cuestión de respetar lo que a usted le guste, usted debe respetar la infancia, si usted fue abusado/a y ahora se convirtió en un depredador debe buscar ayuda, es lo único que le puedo decir si me está leyendo.  

   A usted padre y madre de familia que me lee, tenemos un deber con el futuro del mundo, ¿callarás o alzarás tu voz para decir no?, alza tu voz, no calles, defiende a tus hijos, di NO a lo que está mal.

  Liliana Lizcano.
Docente de aula.

Chocolates y flores, la historia de Abdenago


   Cuando estaba en la Facultad estudiando, cada quien agarró su mención y nos separamos pero solíamos reunirnos al mediodía en el comedor o a charlar por los pasillos. Siempre permanecimos siendo panas.

  Aquel día yo veía clases de Historia del Español, con una gran profesora que le sacó a más de uno canas verdes, Rocío Jiménez, sus clases eran magistrales Quedamos estudiando Dayana, Dávila (el del cuento de los chicharrones) y Carmen. Laurita y María G. Se fueron por inglés. Entonces entró un muchacho Llamado Abdenago (chamo si llegas a leer esto, perdóname, en verdad María se pasó, era la plaguita del grupo). Su tono de voz era como hablan los chingos, pero no era chingo. Blanco, cabello liso y de lentes. Su trato era amable y muy risueño. 

   Entonces al salir de esa clase vi al amigo de Abdenago, y quede con los ojos en forma de corazón, me había gustado ese chico, pero no dije nada. Así que procuré siempre buscarlo con la mirada por toda la Facultad cada día. Sólo para verlo. Me gustaba porque parecía un vaquero, se vestía con camisas de cuadros, jeans, botas, le faltaba el caballo jajaja.

  Las muchachas solían avisarme cuando el pasaba, una de las muchachas dijo: "Jum, se la pasa mucho con Abdenago, y ¿Sí es pato?." A lo que otra respondió: "bueno, tenemos más confianza con Abdenago. Yo hago la segunda", y Dayana empezó a hablar más con Abdenago para conocer a su amigo. Pero él pensó que Dayana gustaba de él, pero ella sólo buscaba saludarlo con el fin que nos presentara al llanero bello. Abdenago empezó a echar los perros a Daya, ella para 'quitárselo' de encima, en vez de decirle: "Mira, no me interesas", dijo: te voy a presentar A Carmen que te quiere conocer 

 y entonces Abdenago todos los días buscaba a Carmen para saludarla melosamente. Carmen dijo: Ay no, acaben con esto de una buena vez, presenten a Lili con el llanero, pero yo tímida dije:

- ¡No!, Me da pena. No.

 María, moría de la risa Diciendo:

- ¡Uy qué levante!, Dayana y Carmen, se levantaron a Abdenago.

   Carmen molesta, en una oportunidad para vengarse de ese comentario (por eso no hay que reírse de los demás) llamó a Abdenago y le dijo:

- Mira, te voy a decir la verdad. Yo tengo una amiga que quiere conocer...

   Y allí estaba yo, pelándole los ojos, que no le fuera a decir nada del llanero. Me daba 'corte' (timidez). Y ella entonces suspiró y siguió...

- que quiere conocerte.

Él emocionado preguntó: 

-¿Quién?.

   Y Carmen señaló a María que estaba sentada junto a Laurita.
Abdenago en seguida fue hacia ellas y se le presentó a María. Le besó la mano y ella mirando para donde estaba yo con Carmen, arrugó la cara y Carmen sonriendo le mostró el dedo de la grosería Pasaron dos semanas quizás. Y María me llamó, para preguntarme qué le había dicho Carmen a Abdenago que estaba tan intenso con ella. Entonces dijo: "Ah no, falta Laurita".

- ¿Qué piensas hacer?.
Pregunté.

- ¡Ya verás!.

   Mientras tanto yo veía al llanero de lejos y suspiraba sola, qué niño tan bello, y María decía: ¡Ese bicho es feo, tiene la nariz de tucán!. Y yo: "Ay María cállate que tú tienes más dientes que un contrabando de peinetas y nadie te critica".

   María ideó algo con risas Le dijo a Abdenago que cuando Carmen se refirió a una amiga, y señaló, no se refería a ella sino a Laurita.

- Mira, Laurita está encantada contigo. Pero es muy tímida. Ella quisiera una cita contigo. ¿Le das una oportunidad?.

- ¡Claro!.

Respondió él.

   Bueno, pasaron dos días a lo mucho. Y María G. Me llamó pegando un grito:

- ¡Bajaaaaa Liliiii!.
Estaba ella con su carrito.

- ¡Vamos a dar una vuelta!.

   Siempre íbamos a casa de Dayana a echar cuentos. Entonces me dice:

- ¡Vamos a buscar a Abdenago!.

- ¿QUÉEEE?. ¿Por qué?.

Estaba muerta de la risa y me dice:

- Mueres callada conmigo. Ahí está.

Y si, allí estaba Abdenago, esperando con flores y chocolates. Yo le dije:

- Chama, Laurita te va a matar.

- Son tal para cual. Y si no funciona pues comió chocolates, mira, es un caballero.

   Bueno mis amigas se habían peloteado al pobre Abdenago. María llegó recogiendo a Abdenago en la Avenida Bolívar. Laurita vivía casi cerca de la UC.  María detiene el carro cerca de la casa de Laurita. Y le dice al muchacho:

- No vayas a decirle que yo te traje. Esto fue iniciativa tuya porque morías por conocerla. A ella le gusta el romanticismo y se emocionará sabiendo que viniste a charlar con ella.

- ¿De qué puedo hablar con ella?. Preguntó.

- ¡De Enrique Iglesias!.

   Le arregló el cuello de la camisa y le seguía diciendo:

- Le vas a dedicar una canción de Enrique. Le das las flores, los chocolates, y quedas para otra cita.

Y se bajaron del carro, ella lo paró frente a la casa de Laurita y pegó la carrera muerta de la risa hasta el Fiat.

Me dijo:

- Lili vamos a millón a tu casa que esa va a llamarte enseguida a ti a tu casa. Por favor no digas nada.

- Pe...pe...pero ¿Qué vas a hacer cuando se entere?.

- Nada. Tranquila.

   Y me dejó allí en mi casa y dicho y hecho a eso de las dos horas suena el teléfono.

Era Laurita.

- ¡Hola Lili! ¡Chama Abdenago vino para mi casa! ¿Tú le diste mi dirección?.

- NO.

- Pues se apareció en mi casa, yo estaba durmiendo y mi hermana me despertó diciendo: "ahí te busca un tal Gago, Adgo, no sé, ve a ver". Y si chama, era él. Con flores y chocolates.

   Yo calladita, escuchando lo que Laurita me contaba.

- Y se instaló en mi sala a hablar de Enrique Iglesias, y me dedicó una canción.

Allí yo solté la risa y ella brava:

- ¡No te burles!, ¡Qué broma chama!. Es buen conversador pero yo quería seguir durmiendo. Chama ¿Cómo pudo ser posible? Y te podrás imaginar mi impresión. Yo casi que trágame tierra, ¿Qué voy a hacer con mis hermanos chalequeándome por las flores?, Ay no Lili, primero Dayana, luego a Carmen, luego a María y ahora a mí, ¿Qué le pasa?.

- No sé. Dije yo.

Ella siguió:

- Le dije que no podía atenderlo porque debía salir y así fue como se marchó. Estoy casi segura que en esto tuvo que ver María.

- ¿Y los chocolates?.

- ¡Ay chama!, bien pero yo soñaba que la primera vez que recibiera chocolates y flores iba a ser de un chico que me gustara.

   Abdenago volvió a visitar a Laurita pero al ver que ella no mostró interés, dejó todo así.  Pasaron 2 años. Y María preparó una reunión. Estábamos todos los del grupo. Y haciendo sonido con un cubierto en un vaso se puso de pie y habló:

- Quiero confesar hoy, que yo fui quién llevó a Abdenago a tu casa, Laurita.

Dayana y Carmen gritaron en coro:
- ¡YO LO SABÍA!

Y Laurita:

- ¿Ustedes sabían que esta plaguita me hizo esto y no me dijeron?.
Dayana y Carmen aclararon que sospechaban más no que sabían. Y María remató:

- ¡No vale!. La que sabía era Lili, pero ella sabe guardar secretos y morir callada.

  Laura se levanta, yo temo a su reacción y dice:

- Agradezco María que no me hayas dicho antes, porque te habría dejado de tratar. Hoy me río. Todo esto para nada. Si Abdenago jamás nos presentó al llanero para poder presentarlo a Lili.

   Así terminó aquel enredo. Hablé una vez con el llanero, pero sólo supe su nombre. Ya cuando lo conocí un gringo me estaba echando los perros y  ésa es otra patética historia donde mis amigas también intentaron "ayudar". 

Fin.

Liliana Lizcano.

martes, 7 de julio de 2020

Cuento: Un asesino en serie

                                        Un asesino en serie



   Él había nacido para matar, el monstruo asesino le llamaron algunos, no se detendría, no tenía un tipo de víctima favorita como los medios trataban de hacer creer, él sólo elegía y cumplía el asesinato para luego seguir con el próximo. Pasaba desapercibido entre la gente, nadie sospecharía que él estaba cerca observando disimuladamente, listo para otro ataque.



   La gente que le vio nacer no se imaginaba lo monstruoso que sería, se les escapó, tomó lo poco que tenía y huyó a un país vecino, en su camino conoció a un hombre y se le sentó al lado, aquel hombre sintió que alguien lo observaba, pero al voltear sólo estaban dos señoras y el Monstruo, el hombre se acercó a una de las señoras, para preguntarle:

- Señora, disculpe, ¿la he visto en otro lugar?, su rostro me es familiar.


   Sergio le dijo eso a la dama, porque sintió un déjà vu al verla. Y Sara, una mujer ya de 40 años sumamente hermosa, sonrió apenada y respondió:

- No lo sé. Este mundo es sumamente pequeño.

   El Monstruo que los observaba susurró para él mismo:

- Tan pequeño que no necesita tanta gente como ustedes.

Y sintió una furia que no tenía explicación, que es parte de todo asesino en serie, así fue como se propuso acabar con Sara y con Sergio.



  Llegó el tren, y Sergio le dio paso a la dama para que subiera primero, se sentaron juntos y el camino fue ameno entre risas, anécdotas, historias, e incluso lágrimas de Sara al decirle que recientemente había perdido a su hija de una manera muy extraña, estaba sana y de un momento a otro enfermó y falleció.

  El Monstruo escuchaba de cerca, sonriendo porque oír sobre muertos era algo que le generaba cierto placer. Aquellos ancianos de 70 años, sentían que la vida había sido justa al reunirlos en ese encuentro maravilloso, ambos sentían que sus corazones latían con entusiasmo. El Monstruo trató de decirles algo para interrumpir y sentarse al lado de ellos, pero alguien le tropezó, así que su atención se fue hacia esa persona, le hizo una sentencia de muerte, y así fue. Para cuando Sergio y Sara bajaron del tren, el Monstruo estaba muy ocupado en su nueva víctima. Pero a Monstruo jamás se le olvidaba un rostro.


   Y un mes después, los vio tomados de la manos, y los siguió, vio donde vivían, y diseñó un plan para entrar al departamento.


   El Monstruo no trabajaba jamás sólo, siempre buscaba un cómplice, alguien ingenuo quizás, pero descuidado, personas que sin sospechar entraban en el juego y que él luego también desechaba porque no quería con vida a nadie que supiera sus secretos de cómo actuaba.


   Así fue como el conserje de aquel edificio se convirtió en su aliado.


   Sonó el timbre y el conserje fue a ver quién era. Monstruo llegó muy cerca de él, y el conserje le dio la mano, Monstruo sonrío, pasó toda la mañana en el jardín con él, y Monstruo anhelaba que el conserje ya pasara al edificio para él también pasar adentro.

   Así fue, el conserje entró con Monstruo, y justo en ese instante Sergio salió a decirle al conserje que debía hablar con los vecinos que tenían a un perro que ladraba mucho, Monstruo se alegró de ver a Sergio nuevamente, y fue en ese justo momento cuando el conserje sin saberlo sería cómplice de aquel macabro plan, los presentó, pero Sergio de inmediato tocando el hombro del conserje le dijo:

- Debes hablar con los vecinos, ese animal lleva todo el día ladrando, ¡Tal vez ni comida le dejaron!



- No se preocupe, hablaré con ellos.

¡El asesino estaba más cerca de lograr su objetivo!



   Pasaron 3 días y ya el Monstruo estaba en el departamento con Sergio y Sara, silencioso, como todo un virus, infectando todo a su paso, sería el comienzo de una pesadilla que tuvo su inicio cuando el conserje no lavó sus manos y le dio un apretón de manos a Sergio.



Fin.

Escritora:  Liliana Lizcano

Ilustraciones de Luisa Villegas.


lunes, 6 de julio de 2020

Regalo

   Él pensó en ella cuando la vio, después de todo suele decirle: "Eres la más hermosa de todas las flores".  Además que en la mañana degustó una de sus empandas y prometió que le daría una sorpresa.  Ella se preguntaba qué sorpresa podría ser.  Pasaron las horas y él regresó con un presente en sus manos.

- ¡Hola hermosa reina venezolana! Quiero que por favor cierres tus ojitos.

   Ella cerró los ojos curiosa de saber qué tramaba.

- Ya puedes abrirlos para recibir tu regalo.

   Él creía que el regalo era la flor, pero para ella el mejor de los regalos era el cariño de él.

Fin.

Liliana Lizcano.


 

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