lunes, 30 de septiembre de 2019

Súbete



   Súbete a la mejor de tus sonrisas, 
que te eleve mientras caminas, 
que todos vean que tú iluminas, 
que eres amor y que abrigas, 
con tu amabilidad, con tu don de gente bonita. 
Que haces la diferencia, y a todos motivas.

Por:  Liliana Lizcano.
Ilustración:  Manka Kasha.

La cuaima y el gocho


   Abigail llegó a la empresa, el día anterior (domingo) le había manifestado al Gochito que la Guarita le había devuelto la carta, hablaron eso ayer domingo por WhatsApp. El Gocho se enojó porque había notado que su carta no estaba en el escritorio, pero jamás se imaginó que la Guara había tomado esa actitud.  En la mañanita, Abigail estaba llegando y el Gocho estaba hablando con la Guara de la situación, al ver a Abigail, la Guara la llama:

- Mira, niña, ¿qué fue lo que inventaste tú?, tú si eres habladora, yo solamente encontré esa carta tirada y al ver el nombre tuyo te la coloqué amablemente en el escritorio, ¡Inventadora!.

   El Gocho esperaba que Abigail reaccionara, dijera algo para defenderse y ella sólo dijo:

- No tengo nada que decir, tú muy bien sabes lo que me dijiste y cómo lo dijiste, yo no necesito este tipo de drama, ¿ya?, si ustedes dos son enamorados, es asunto de ustedes.

   El Gocho de inmediato dijo:

- ¡No somos enamorados!, ella y yo sólo somos amigos.

   La Guara reaccionó con molestia exclamó:

- ¿Quéeeeee?, entonces ¿qué significaron nuestros besos?.

   Abigail los miraba con una media sonrisa y el Gocho dijo:

- Bueno, es que yo...

   La Guarita no dejó que terminara de hablar y le dijo:

- Tú me dijiste a mí que te gustaba mi compañía, y que estabas contento de haber salido conmigo.

   El Gocho empezó a sudar y ve a Abigail, ve a la Guara:

- Si, yo dije eso...pero...pero...  

   Volvía a ver a Abigail, veía a la Guara que estaba como volcán a punto de explotar.  Y entonces llega el Caraqueño que estaba de lejos observando todo: 

- Señorita Abigail, la necesitan en la oficina.  Ella se retiró junto al caraqueño, dejando al Gochito con su rollo.  Abi le dijo al caraqueño: 

- ¡Gracias!, te debo una, ya estaba incómoda allí. 

- De nada. Por cierto, ¿Mi almuerzo?. 

- Si, acá está, por cierto la señora está vendiendo unos postres, te traje uno de muestra por si quieres encargar mañana. 

- Si, me gustaría irte a buscar mañana, si no es molestia. 

- ¡Ay no!, mira, si pretendes estar como el maracucho y el gocho conmigo, mira, que va. 

- Alto, alto, no corras, te va a llevar un carrito de helados, la verdad es que quiero conocer a la señora que prepara la comida, yo no te creo que sea ninguna viejita, quiero conocerla personalmente. 

- ¿Y eso por qué?. 

- ¡Curiosidad!.  

   Y bueno eso me lo contó por notas de audio tempranito y les traje el adelanto de los acontecimientos de la novela del momento jajajajajajajaja. Me disculpan si se me sale algún error en la redacción pero estoy en el autobús.

 Lili.

Alguien me mira

   Hay momentos en los que uno siente que alguien te está observando y cuando volteas, si, allí hay una mirada fija sobre ti. ¿Les ha sucedido?. En ocasiones esa mirada puede ser agradable, simpática, de complicidad.

   En otras ocasiones esa mirada puede ser incómoda, desagradable. En este caso sentí que alguien me observaba, volteo y si, allí estaba, esa mirada fue bonita, pero seguí recogiendo mis cosas pues ya había terminado la jornada, al ir caminando sentí que me seguían, volteo y venían dos señoras hablando y si, la mirada de él, esa mirada bonita, estaba allí, yo sigo adelante, sonriente.

   Pasé unas dos cuadras y al voltear no estaban las señoras, pero él seguía caminando hacia mí, supuse que iba hacia donde yo iba también. Me detuve en un lugar a comprar unos tomates que necesitaba y supuse que él habría seguido su camino.

   ¿Cuál fue mi sorpresa?, Allí estaba, mirándome bonito. Así que rompí el silencio y dije:

- ¡Hola!. Soy Lili. ¿Cómo te llamas?. (Extendiendo mi mano hacia él)

Besó mi mano. Se los presento, le tomé esta foto:

domingo, 29 de septiembre de 2019

Farolito


   Te dejo esta noche un farolito para alumbrar, 
tus sueños lindos hasta despertar, 
para que no tengas miedo y puedas recordar 
que hay gente que te quiere y no te olvidará. 
Un farolito de esperanza, con luz de amor, 
así como tu sonrisa y como tu gran corazón. 

Por:  Lili. Ilustración:  
Manka Kasha.

El tiburón vegetariano



El Tiburón Vegetariano

Un Tiburón que vivía en la costa
era buen amigo de los pulpos y de las ostras
era un Tiburón especial y diferente,
le gustaba leer, bucear y andar como la gente,
era un tiburón elegante y vegetariano,
compartía con los niños y les hablaba en italiano.

Los peces se asustaban al verle llegar,
pero luego al conocerle sabían que en él podían confiar,
comía algas marinas y de vez en cuando iba a un restaurant,
a la orilla de la playa solía preguntar:
"¡Oye marinero! ¿Tienes frutas que me puedas dar?
Si tienes verduras ¡más alegre tú me harás!".

Los demás tiburones le veían como un bicho raro,
por querer ser escritor o el guardián del faro,
nadie entendía que tenía un tierno corazón
pero a él no le afectaba ninguna mala opinión.

Él sabía quién era y eso era lo importante, 
pues en el mundo todos somos diferentes,
aunque todos seamos iguales.

Por:  Liliana Lizcano.

(Escrito en Valencia - Venezuela, Mayo 2018)

sábado, 28 de septiembre de 2019

Tazas de café

    Cuando estaba en Venezuela, el grupo que formé "Leamos un cuento", solía tener su merienda antes de dar inicio a cualquier obra teatral, siempre se daba comienzo con una obra de teatro para los niños, títeres, música, se les pintaba la carita, se hacían juegos y se dibujaba.  Aquel día todos fueron a casa, preparaon y practicaron sus diálogos, las coreografías, y aunque eran adolescentes pedían su merienda como niños, yo había hecho café aquella tarde, tenía 20 panes y suficiente café.  Acostumbraba a tener tazas, con diferentes logos, figuras, eran tazas muy llamativas, pero habían otras más sencillas, no tenían nada común, nada en el exterior que las hiciera llamativas, cuando les pedí que cada uno tomara su taza, recuerdo que 3 de ellos tomaron las tazas más simples, pero los demás tardaron mucho en elegir, y se pelearon por no tener las tazas más llamativas, mientras tanto, yo me senté a tomar café con los tres estudiantes que tenían sus tazas simples, hablamos y disfrutamos la merienda, para cuando el resto llegó por el café, ya no estaba tan caliente, se molestaron un poco porque yo ya me había terminado el café y ya había contado mis acostumbrados cuentos sólo a los tres que se sentaron conmigo.  



   Al notar el enojo, y el descontento, me percaté que era una fabulosa oportunidad para enseñarles algo, tomé una taza sencilla y una taza más adornada y los llamé a todos, se sentaron en mi sala, y prestaron atención:



- Estas tazas, son buen ejemplo para ustedes, el café y el pan, es lo que todos ya tienen por igual: la vida, pero cada uno escogió dónde y cómo llevarla, tres de ustedes no se complicaron en escoger la apariencia de su taza, porque eso no es importante a la final, por el contrario se apresuraron a aprovechar la oportunidad y tomar el café caliente además de disfrutar de los cuentos, los demás perdieron mucho el tiempo discutiendo por la taza, la taza no era importante, era importante el contenido, que estaba enfriando mientras ustedes perdían el tiempo por algo que no merecía tanta importancia, así somos, queremos lo que más llama la atención, pero realmente lo importante es el interior de las cosas, de las personas, el motivo final, los objetivos, las metas, lo demás, el exterior, no es lo importante.  Hoy tendrán una función de teatro y de cuentos, no es importante cómo luzcan, sino lo que siembren en los niños, el contenido de lo que brindarán, no sólo es el maquillaje que llevan puesto, y sus trajes, es lo que ustedes llevan en el corazón para compartir.  

   Se sonrieron y aquel día dieron lo mejor de ellos actuando, cantando y jugando con los niños del barrio.  Tal vez un día tenga la dicha de regresar, de volver a ver a mis chamos venezolanos llevando alegría, arte, música a la infancia venezolana, puede ser que un día vuelva a las aulas de clase...puede ser...quizás.  Mientras tanto, me quedo con los maravillosos recuerdos de mi gente, de mis estudiantes. Tuve la hermosa dicha de tener cientos de estudiantes maravillosos, de quienes también aprendí mucho.



Con amor, Lili.

La carta


- ¿Cómo está el almuerzo, Abigail?. 

- Muy bueno, Lili. Por cierto ya entregué la carta. 

- ¿Cuál carta?. 

- La que me aconsejó Pedro Perdomo en la red.

- ¿Qué?. 

- Si Lili, le hice una carta al gochito y le coloqué perfume. Le dije que lamentaba mucho que nuestra historia no se hubiera dado por no haber aclarado las cosas a tiempo, pero que si en algún momento la vida, nos permitía empezar de cero, yo no lo dudaría. 

    Bueno, eso me pareció algo loco de parte de Abigail, pero bueno el amor es así, loco a veces, yo me fui a hacer mis quehaceres y una comida que me encargaron para una reunión, algo sencillito, y luego cuando me vine a la residencia, me llegaron más mensajes de Abigail:

- Lili, luego de él leerla, me llegó al celular un mensaje que decía: "Yo no puedo dejar de pensarte". Yo me emocioné toda, además Lili, tenía que expresar lo que sentía, no le estaba diciendo nada malo, ni que dejara a la otra, sólo que me hubiese gustado que las cosas hubiesen resultado mejor.  Bueno mi Lili, fui a almorzar y el caraqueño me preguntó que si podía ir conmigo, pues no le vi problema, total, ando sola, y nos sentamos en la misma mesa, ya cerca en otra mesa estaba el gocho con la barquisimetana.  Yo miraba y quitaba la mirada y él siempre estaba viendo hacia donde yo estaba. En fin, terminamos de comer, y ya más tarde, la Guara llegó a mi escritorio me dijo:

- ¡Hola!.

  Colocó su mano en la mesa agachándose y con la otra mano en la cintura sujetando un papel.  Yo le respondí: 

- Si, ¿en qué la puedo ayudar?. 

Ella me mira molesta y responde: 

- En alejarte, revisando las cosas de MI NOVIO, encontré esto que es tuyo.

- Y bueno mi Lili, me colocó mi carta en mi escritorio. Ella había leído mi carta, pero no sabía cómo había llegado a sus manos, por lo que veo ella "encontró" eso, es decir que le revisa las cosas de su mesa. Tuvo que haber olido el perfume jajajajaja porque le coloqué mucho a la hoja jajajaja. Me dijo muy brava: 

- Ni creas que te voy a dejar el paso libre, este fin de semana ese hombre va a ser mío, no lo voy a conquistar con carticas sino ¡Con un sabor que no tienen tus empanaditas, mijita!. Y salió meneándose y arrojándo su pelo hacia atrás. 

- Bueno Abigail, ya cierre ese capítulo. Mejor siga aprendiendo a cocinar como hasta ahora que es tu nuevo pasatiempo y ya el que llegue, llegará.  En algún momento llegará alguien que reconozca todas las cosas bellas que tienes en tu corazón y quiera compartir su vida contigo, por ahora mejor a seguir adelante con tu carrera y aprendiendo las cosas que te gustan hacer.

    Por cierto, destaco que ayer cocinó sin ella quemarse, ni tampoco quemar la comida, así que allí la llevo poco a poco aprendiendo lo sencillito en la cocina.  Pueden dejarles sus comentarios, abajo hay una palabra que dice comentarios, le dan click allí y le escriben si gustan, los comentarios son filtrados primero porque a veces hay gente que deja groserías.  

   Bueno mi gente y este fue el capítulo de nuestra muchachita enamorada jajajaja, se les quiere bonito, gracias por visitar el blog.

Lili.




Una historia de amor por cartas

  Algunas personas nacen para amarse desde alma, sin siquiera haberse visto, de pronto, cuando se reconocen, no importa la distancia, no importa las barreras y dificultades, el amor, está allí, como si siempre hubiese estado, tan natural, tan único, ese tipo de amor que no ocurre con frecuencia, pero que existe y es tan real para esos dos corazones que lo sienten y que aunque jamás se han visto en persona, han aprendido a conocerse el alma.  Esta historia de hoy trata de eso, es una historia real, que tuvo de escenario a Portugal y a Venezuela.

  Todo empezó cuando Adolf Hitler incio su plan de conquista y guerra, Ángel Pereira López un niño portugues tuvo que ir a la guerra, pero al ver que no era capaz de disparar porque se iba para atrás con el arma, lo dejaron en la cocina por cuatro años, él soñaba en la cocina con llevar una vida normal, con volver a saber qué era estar en familia, estando allí aprendió con humildad a servir y a callar, pero también conoció a Sofía María, una niña también de Portugal, se conocieron a través de las cartas, ese era en aquel entonces "el internet" a puño y letra de las personas.  Nada ocurre por casualidad ni por equivocación, y cuando esta carta llegó a sus manos, Ángel quedó atrapado en aquella hermosa escritura, en aquellas palabras que despertaron en él, una curiosidad, la respondió y para su sorpresa, ella volvió a escribir, y así inició una historia, donde Sofía le acompañaba con sus cartas en medio de esos cuatro años, las cartas tardaban tres meses en llegar tanto a ella como a él, y se había convertido en parte de la rutina de ambos, allí se perdían soñando, contando lo que sus almas anhelaban, sus miedos, sus pequeñas alegrías diarias, sus secretos, poco a poco fueron desnudando sus corazones, pensando que jamás se verían, que sólo podrían ser buenos amigos de correspondencia, ya se querían, se extrañaban, ese amor empezó a crecer en sus corazones.

   Ángel, regresa a Portugal, y para ese momento, su hermano mayor había emigrado a Venezuela, huyendo de la miseria y de la guerra, su hermano para proteger a su hermanito, lo pidió.

   Ángel, quería ver desesperadamente a Sofía, pero urgía que saliera del país cuanto antes, lamentablemente no pudo cumplir su sueño de ver el rostro de la muchacha que le había acompañado en esos cuatro años a través de las cartas. Entonces Ángel llegó a Caracas, (estuvo seis meses allí), su mente no olvidaba a Sofía, y decidió volver a escribirle y a contarle lo hermosa que era Caracas, Sofía quedó atrapada por todo lo que él le describía, sin embargo Ángel tuvo que irse a Falcón, donde estaban más portugueses refugiados y así estar con sus primos y otros familiares que habían llegado para huir de la guerra.  

   Cartas iban y venían de Venezuela a Portugal y viceversa. Así duraron 4 años más aquellos chiquillos, que poco a poco iban creciendo y que ahora sentían más que un amor de niños, ahora eran adultos que no dejaban de pensarse el uno al otro.  Ángel no dudó en pedirle a Sofía que se casara con él, sin jamás haberla visto, así que para que Sofía pudiera ir legalmente a Venezuela y con permiso de sus padres, se casó a distancia, si, como lo leen, a través de un procedimiento que se llama: Matrimonio por procuración a través del Consulado de Portugal los padres de Sofía fueron con ella, y Ángel también lo hizo así pero por el Consulado de Portugal que está en Venezuela, así contrajeron matrimonio sin conocerse, y los padres de Sofía para estar seguros de dicho paso le pidieron a los padres de Ángel que fueran a la iglesia, y los cuatro padres bendijeron a la jovencita frente al altar, ya que ellos eran muy católicos y era costumbre que tanto la familia del novio como la familia de la dama dieran la bendición a la novia. 

  La joven emocionada preparó su maleta, abrazó a sus padres, y subió al barco que la llevaría a Venezuela.  Ángel la estaba esperando en el Puerto de la Guaira, emocionado, con ansias de conocer a la mujer que le escribió durante ocho años las cartas, la mujer que lo enamoró con sus escritos, que le dio aliento cuando él sentía que ya no podía más, aquella mujer llegó a Venezuela, la gente bajaba poco a poco, y allí estaba Ángel esperando con su cartel, ella sonriente se acercó y él sin dudar la abrazó, por primera vez se veían cara a cara después de tanto tiempo. 

   Ella tímidamente pronunció algunas cosas en portugués y él sonriente no podía creer que su voz era como siempre la soñó, estaba perdido en su mirada, y ella con su sonrisa mostraba su felicidad.  Sofía María se llevó su traje de novia y se vistió para de inmediato ir juntos a un foto estudio, en aquel tiempo tomarse una foto era todo un lujo, pero ellos debían enviar una prueba a sus padres que estaban juntos y que habían recibido la bendición de Dios, hicieron todo lo respectivo a su fe y emprendieron una vida en Venezuela, más tarde se irían a vivir al Estado Falcón.

   De este gran amor nacieron 4 hijos, 1 varón y 3 hembras, de las cuales, Fátima, fue quien compartió esta historia conmigo, esta historia no termina, Fátima, también es protagonista de un gran amor que se dio en Venezuela, pero hoy quería darles el preámbulo de la historia de sus padres. Ella me manifestó que en aquel tiempo sus padres se sintieron felices de llegar a Venezuela, se les brindó oportunidad de trabajo, nunca hubo una manifestación de desprecio o de humillación, lo único que pudiera sonar "feo" aunque según ella, su padre lo tomaba como una expresión de cariño, era cuando le llamaban "Musiú" o "Portu", pero que nunca se les dijo groserías, ni se les trató mal, ni se les negó la oportunidad de trabajar dignamente en Venezuela, cuenta que Ángel vendía verduras, le costó un poco el idioma, pero se adaptaron al país, al punto de amarlo y quedarse para siempre aunque el país de ellos salió de la crisis, ellos ya amaban a Venezuela y a su gente, se sintieron parte del país, como venezolanos y no extranjeros. A continuación la foto de Ángel y de Sofía.




   Si te gustó esta historia puedes dejar tu comentario y compartirla, abajo hallarás los botones para cada red social. Gracias por visitar mi blog, y no te pierdas las demás historias que vienen día a día, en especial la de Fátima, hija de Ángel y de Sofía. 

   Un gusto haberles tenido por acá, con cariño, Lili.



Emma regresa a casa



  Una mamá osa llamada Celia, se despidió de los suyos y de su tierra, para salvar a lo más apreciado para ella, a su pequeña osita, su bella Emma.

  Caminaron mucho hasta llegar a Ecuador, y la mamita osa por su hijita luchó.

Emma era alegría, música y color, nada la detenía a pesar de su condición.

  Su mamá osa feliz estaba, aunque ya no estaban en casa, y cada día en su abrazo se refugiaba.

  Soñaban con Venezuela, y un día regresar, con abrazar a los suyos y ya no llorar.
  Pero un día Emma, no pudo luchar más, dejando a su mamita en aquel lugar, "¡Quiero ir a casa!" Le dijo a su mamá, refiriéndose a Venezuela, cuando estaba en el hospital. Pero voló más lejos, se fue con el Creador, a la tierra de los unicornios de arcoíris y color.

Perdona mamita por no estar más, recibiré mis alas y de vez en cuando te vendré a visitar. Debo ser ángel, brisa y consuelo, para otros guerreros como yo, que hoy luchan con sus miedos.

(En memoria de Emma Patricia) Por: Liliana Lizcano.



viernes, 27 de septiembre de 2019

Alberto González

    Alberto González era un profesor muy querido en la UC trabajaba en la mención de Lengua y Literatura. Siempre fue un profesor risueño, con sus cabellos de rulos y cargaba siempre un bolso con libros de poesía. Fumaba como una chimenea, jamás lo vi molesto.

   Era muy ocurrente, un día nos dijo que hablaríamos de poesía y me rogó que recitara algún poema. Yo recité un poema que titulé "Fuiste" y él pidió que la siguiente clase todos llevaran un poema, Dávila, respondió aquel poema y fue genial. Como un contrapunteo de poesía romántica.

   Pero Alberto notaba algo en el grupo, planeó traer a la siguiente clase algo diferente. Todo era parte de un plan en su manera única de enseñar: crear polémica sobre un aspecto del lenguaje que ya les explicaré.

   Entró, lanzó el resto del cigarro que le quedaba y comenzó a garabatear algo sin forma en el pizarrón y dijo: Vayan copiando.
En eso mientras que garabateaba se rascó atrás y dijo:

- ¡Ay me pica el culo!.

De inmediato unas muchachas del grupo se escandalizaron.

- ¡Profesor! ¡Dijo una grosería!.

- ¿Culo?.

- Si, diga otra cosa más decente.

- ¿Qué palabra del lenguaje puedo usar?.

- Bueno profe, use pompi.

- No Carmen, eso se oye muy ridículo.

- ¡Use rabo!.

Dijo Dávila.

- No Dávila, rabo tienen los animales.

- ¡Ano!.

Dijo otra.

- No, eso es el mero hueco, no engloba lo demás.

- Entonces diga nalgas.

Contestó otro estudiante.

- ¡No! Porque a mí me pica todo, el hueco con las nalgas y eso se llama ¡Culo!.

Todos empezaron a reírse y él muy serio.

   Y me pica porque no es posible que ustedes como futuros docentes vean como grosería una parte de nuestro cuerpo, sale en el diccionario, ¿qué pasa?, Algo es grosero cuando yo uso esa palabra para denigrar o para ofender al otro. Cuando le doy un uso para sentirme superior al otro, allí yo si corrijo. Ahora bien, pregunto ¿Qué van a hacer cuando en las clases los.muchachos usen una jerga que para ellos no es grosería y ustedes la desconocen porque para ustedes es como este garabato que hice en la pizarra?. Cada palabra tiene diferentes significados y usos para grupos de personas. Aquel día aprendí que las palabras son como clavos y cada persona guinda sobre éstas su visión de vida y del mundo. Nos dijo, en los liceos escucharán muchas groserías y no podrán escandalizarse cómo a algunas les pasó hoy. 

    Guardo ese momento de risas en mi recuerdo y una ocasión en la que me dijo: "Flaca, esos poemas van a ser famosos, ¿un día me dedicarás un escrito?". Y heme aquí, llorando, dedicándole este cuento ahora, pues me acabo de enterar hoy 20 de agosto del 2019, que falleció y yo no lo sabía.


Liliana Lizcano.

jueves, 26 de septiembre de 2019

El ascensor



- ¿Aló?.


- Para decirle a su amiga que necesita un consejo marque 1, si necesita algo de comer marque 2.

- Voy a presionar los dos números, Lili.

- jajajaja

- En serio, voy para allá. Me preparas un sándwich "Maracucho feliz".


- No se hable más, ya te lo hago.


- Voy subiendo, le colocas mucha salsa.


- Ok Abigail.  


   Entonces le preparé su sándwich "Maracucho feliz", que lleva tajadas, tocino, lechuga, dos huevos fritos y todas las salsas, tocó la puerta y preguntó de inmediato por su sándwich, se sentó a comer y yo la observaba extrañada por su forma de comer. 


- Oye, Abigail, es mi personaje el que come en esta serie tuitera y bloguera, ¿se puede saber qué te pasa?. 

- En este capítulo necesito ser yo la que coma y me olvide de mis tonterías, ¡soy un desastre!. 

- ¿Qué pasó?. 

- Me vas a odiar Lili, todos se van a decepcionar de mí, me dejé llevar por un impulso y creo que puse la torta como dices tú. 

- Echa el cuento para afuera, ¿Qué sucedió?.  

- Es que nos mandaron a una capacitación, yo ni idea que él iría, llegué al edificio donde se daría el curso y cuando entré me dirigí hacia el ascensor, antes que se cerrara, él colocó su brazo para que yo pasara, ¡Lili, él estaba más bello que nunca!, tenían lo que ustedes dicen: "Una pinta", muy bien vestido, bello, un...¡papito, mi rey!. 

- Jajajajajajajaja ajá ¿y entonces?. 

- Yo dije: "¡Buenos días!". Él respondió: "Eran buenos".  Yo le maté los ojos pero luego él me desarmó cuando dijo: "Ahora son mejores con la presencia de usted". Y yo casi que me hago mantequilla en el ascensor, me le quedé mirando y él no me miraba, salimos del ascensor, vimos el curso, no paraba de verme en el curso, pero ya luego cuando tocaba la hora del almuerzo, nos tocó bajar en el ascensor, íbamos solos, callados, sin decir nada, yo no me aguanté y le salté encima porque es alto y yo bajita, y lo besé, le robé un pico.

- ¿ Quéeeeee?. 

- Si.

- Menos mal que no soy yo la que está comiendo o me hubiese atorado y atragantado con la comida. 

- ¡Ay Lili!, allí no termina todo. Él me dijo: 

- ¿Eso es un beso robado peruano?. 

- Y yo, Lili, así apenada pero satisfecha de haberle robado así sea ese besito le dije descaradamente: Si. Así como el que me robó el maracucho, porque él me robó ese beso, yo no tuve nada con él. Me tapó la boca y me dijo: 

- Pues si va a robar un beso, robe bien, yo le voy a enseñar a robar un beso, y se agachó un poquito, cerró sus ojos y me besó suave los labios...¡Ay Lili!, yo me estaba derritiendo, y no sé, me pasé. 

- ¿Por qué?. 

- Le metí la lengüita, ¡le hice odontología profunda!. 

- ¡Abigail!. 

- ¡Me lo comí con el beso!. 

- ¡Abigail!. 

- ¡Ay Lili! No me regañes. 

- No, ¡que se te está chorreando la salsa del sándwich en el uniforme!. 

- ¡Ay!, ¿por qué no me dijiste?. 

- Te estoy diciendo: ¡Abigail!, ¡Abigail! y señalando tu ropa y tú viendo a la luna pensando en el beso. 

- Es que ese beso estaba bueno como este sándwich, pero allí no termina el cuento, Lili, tuve que poner mis pies en la tierra. 

- ¿Por qué?. 

- Porque el ascensor estaba abierto desde hace rato y debíamos seguir y él me dijo: 

- Me hubiese gustado que este beso me lo hubieses regalado en el cine, y que me hubieses aclarado todo antes, yo no voy a jugar con nadie, y debo decirte que estoy saliendo con nuestra compañera de trabajo que es de Barquisimeto, hemos salidos dos veces y bueno...en la segunda cita nos besamos, la soledad me ha pegado muy fuerte y pensé que usted y el maracucho tenían algo. No quiero lastimarla a ella y mucho menos a usted.  Y se fue triste a comer, yo también...¡Lo perdí, Lili!, ¡Lo perdí!, por boba. 

- ¡Ay no!, no te vayas a poner a llorar Abi. No llores, piensa en que te falta un beso caraqueño jajajajajaja. 

- ¡Liliiiiiiii!. 

- Es broma. 

- Más bien, ¿por qué no me preparas otro de estos?. 

- ¿Estás loca?, a ver si me llegan 30 policías o salgo en un titular amarillista de tu país que diga: "Joven venezolana le dio una sobredosis de colesterol a una nacional" jajajajaja. 

- ¡Liliiiii!. 

- Ya fue suficiente grasa por hoy, debes descansar, ya mañana es otro nuevo día y bueno no te tortures. 

- Lili... 

- ¿Qué?. 

- Creo que es la primera vez que tengo una mejor amiga. 

- ¿Quién?, ¿La de Barquisimeto?. 

- Nooooooo, ¡Túuuu!, no seas mala, que la de Barquisimeto se ganó la lotería en el hombre con los mejores besos y yo lo perdí.  

    Bueno y ese fue el capítulo del beso.  Si le van a dejar un comentario, abajito dice comentarios, deje allí su consejo, o el regaño, yo ya no sé qué hacer con esa niña jajajajajajaja aconsejen ustedes, yo renuncio como Cupido jajajajajajaja.  


Lili.
 

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