viernes, 13 de septiembre de 2019

Un amor que no pudo ser

Un amor que no pudo ser

   Estaba esperando a mi vecina, había aceptado en enseñarle a preparar algunos platos típicos de mi país.  Ella realmente estaba muy emocionada cuando la vi en la mañana, ya en la tarde estaba yo bromeando en Twitter con un mal chiste que lancé y se salió de control, pero bueno, tocó la puerta y al abrir ella estaba allí vestida aún con su uniforme de trabajo y una cesta con sus ingredientes para preparar algunas cosas, además, yo también debía dejar listos algunos guisos para el día siguiente y no perder tanto tiempo.

   Primero le dije que si quería chocolate o café para hablar un ratico, porque aunque no era problema mío su vida, debía saber que yo había contado algunas cosas por twitter como anécdota y eso se regó como pólvora.  No quería que luego ella se tropezara con la información en internet y fuera a sentir que traicioné su confianza y así empezó nuestro diálogo:

- Bueno, primero que todo quiero agradecerte por la confianza de compartir conmigo tu deseo de aprender a cocinar platos típicos de mi país y de conquistar a un venezolano, pero debo confesarte algo y tienes derecho a enojarte.

- No me asustes, ¿qué sucede?.

- Yo uso mucho twitter y siempre narro mis vivencias allí, también tengo un blog y escribo de todo, cuentos, relatos, historias y me pareció bonito compartir que alguien de acá quisiera aprender a cocinar las cosas de mi país, además que te llame la atención un venezolano, lo comenté y se hizo viral.

- ¿En serio?.

- Si, es en serio, pero no dije tu nombre, ni la empresa, nada, de hecho quiero mostrarte la publicación, salió también en una página que se llama Maduradas.

Entonces le mostré con mi cel y ella se empezó a reír.

- Necesito leer todo lo que dicen.

- No, realmente hay malos comentarios, pero la mayoría están emocionados y apuestan al amor.

- No tengo cuenta en twitter.

- ¿Y el muchacho?.

- No lo sé, generalmente hablamos por facebook.

- Eso quiere decir que por ahora estamos a salvo. Pero debes pensar que en algún momento se va a enterar.

- Eso no es problema para mí, quiero aprender a cocinar comida venezolana y me voy a casar con un venezolano.

- ¡Hablas con tanta seguridad y determinación!.

- Lili, son tantas cosas, de hecho puedes anotarlas si quieres, para tu blog, para ellos, yo no tengo ningún problema mientras no saques mi nombre ni el de mi familia.

- Está bien, te escucho.

- Yo crecí en un hogar con muchas mujeres, y vi muchas cosas tristes que no quiero contar, pero una de mis tías luego de divorciarse se casó con mi tío Daniel, él es venezolano, después de sufrir tanto, mi tío Dany le borró tanta amargura y tanto dolor a mi tía, y a todas nosotras nos trata muy bien, a mí me trata como hija, me ha consentido desde niña, hace bromas, ríe mucho, y crecí viendo a Venezuela así, con el rostro de mi tío Dany.  Tuve novios peruanos, incluso uno chileno y me fue muy mal en el amor.  Hasta que conocí a Luis, un venezolano con el que tuve una relación de un año, y me hizo muy feliz.

   Tuvimos muchos planes juntos.  Lo conocí aquí, yo siempre he visto con comprensión a tu gente, porque conozco por mi tío todo lo que le pasa a su familia allá. Un día vi a Luis vendiendo en la calle unos dulces y ese día yo estaba muy triste, había terminado con mi novio porque mis amigas le tomaron una foto saliendo de la mano con otra en el cine.  Yo me acerqué con los ojos rojos porque había llorado tanto a comprarle unos dulces, y él me dijo:

"Entre lágrimas y todo, son los ojitos más bellos que haya visto en mi vida".

   Yo me sonreí, pero no dije nada.  Como yo trabajo por la zona donde él repartía los dulces, al día siguiente me gritó: "Adiós ojos bonitos".

   Yo miré y era él, me saludó con su mano.  Otro día se repitió lo mismo y tuve que acercarme, le compré dulces, y él me dijo:

"Pensé que me ibas a seguir ignorando".

Y lo miré feo. Pero él me dijo:

"Malos ojos son cariño...el que persevera vence y un día tú vas a ser mi novia ¿oíste?".

   Yo por supuesto me pareció una estupidez, ¿qué se había creído?, pero me lo dijo serio, y me miro sabes, bien, no era una mirada fea, era una mirada así como cuando alguien ve las estrellas, yo me sentí como única porque ningún hombre me había visto así, quizás con morbo o con una mirada de lujuria si, pero él me miraba...

- ¿Te miraba bonito?.

- Si.  Un jueves me llegaron unas flores a mi oficina, y adivina de quién eran.

- ¿De Luis?.

- Si, se las ingenió y con el vigilante también venezolano, me mandó unas flores con unos caramelos de los que él vendía.
Yo me reí, pero confieso que me gustó mucho eso, allí mi mente empezó a pensar en él. Y nuestra historia tuvo su inicio así.
Pero las cosas maravillosas tienen un fin.

- ¿Te dejó por otra?.

- No, ojalá hubiese sido eso.
Empezamos a salir, y me enamoré perdidamente de él, confirmé lo que siempre he sabido de ustedes, que ríen mucho, que son personas muy cariñosas, trabajador. A pesar de haberse graduado de médico era muy humilde aceptando trabajos informales. Luchador. Todo lo que yo quería. Se fue a Venezuela, a buscar a su mamá para traérsela cuando ya se estaba estabilizando. Pero me lo mataron, Lili. Me mataron a Luis, porque sabían que él tenía dólares y su mamá me llamó para darme la noticia.  Yo pensé lo peor, pensaba que era mentira y que había mandado a su mamá a que me dijera esas mentiras, pero no Lili, su mamá grabó vídeo y le tomó una foto en el ataúd para mostrarme, yo me sentí tan mal por no haberle creído, que ella me dijo: "Mi hijo te amaba, cómo ibas a pensar mal de él si más bien me había pedido que le hiciera un traje de vestir porque se quería casar con su novia peruana".  

   Así fue como ella me relató lo que le pasó y rompió a llorar, era un llanto tan doloroso, a mí se me aguaron los ojos al verla así y escucharla decir: "¡Cuán feliz fui con él!".  Se calmó, se secó sus lágrimas y siguió:
   

 - Y bueno pasó un largo tiempo y me fui recuperando de este dolor, y llegaron a trabajar conmigo varios venezolanos y venezolanas, porque buscaban siempre hacerme reír, son como usted, muy amables. Este maracucho que le comento me hace reír mucho, y yo amo eso en él, trabajo con él, un caraqueño, un gocho, una muchacha de barquisimeto y una niña que entró hace poco que es de Monagas.


Continuará...


Lili.

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