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viernes, 15 de enero de 2021

El oso en la balsa

 


El oso en la balsa


- ¿A dónde emigra señor oso?

- Trato de buscar un lugar de reposo, un lugar que sea hermoso, en el que no me sienta amenazado y nervioso.

- Pero ¿por qué subió a una balsa? ¿Por qué no se fue a pie?, ¿Sabe usted nadar bien?

- Pues nadar no sé mucho y tengo miedo, pero junto a esta maleta que llevo, están también mis sueños, dicen que pasando el mar, podré trabajar, buscar mi miel y así poderme alimentar.

   Así fueron hablando el hombre y el oso, contando anécdotas, él era muy gracioso, las olas y el mar empezó a crujir, y aquellos tripulantes llegaron a su fin.  La balsa la tormenta no pudo resistir, y saltando al mar, no pudieron vivir, se hundieron en las aguas y con ellos los sueños, de aquellos inmigrantes que anhelaban un mejor tiempo.  

   Quizás este relato te parezca triste e irreal, pero en el mar mueren muchos queriendo escapar, todo se debe a que ha brillado el mal, por la indiferencia de muchos pudo reinar.

Fin.

Escrito por:  Liliana Lizcano.

jueves, 14 de enero de 2021

La zorra y las aves

 


La zorra y las aves


    Había una vez una zorra en un bosque, que se la pasaba con sus amigos jugando póquer,
las aves del cielo eran sus amigas, pero yo creo más bien que eran sus enemigas,
la llenaron de halagos, de regalos y cariño, así la zorra pensó que eran sus amigos.

   La zorra confiaba que todos esos halagos eran verdad, pero ninguna de las aves le daba sincera amistad.  Por un lado mostraban quererla, pero le llenaban el oído de cuentos de guerra.

- El oso estaba hablando mal de ti. 

- La ardilla te mira y comienza a reír.

- La tortuga dice que eres de mal vivir.

- El conejo ha dicho que hueles a aserrín.

   Y así le llegaban a la zorra siempre con sus cuentos, poco a poco, le llenaron el corazón de mucho veneno, la zorra que antes era amable y muy risueña, le cerró a muchas amistades su puerta.

   Confió en esas aves que decían ser sus amigas, pero que en el fondo le tenían mucha envidia, la separaron de las verdaderas amistades, que llegó a tener, desconfiando día a día de los que le hicieron bien, creyó en el chisme sin antes meditar, que quien te habla mal de otro, de ti también lo hará, el oso, la ardilla, la tortuga y el conejo, no se pelearon con la zorra, sino que le dieron tiempo al tiempo y a su compañía jamás volvieron, para que ella misma viera, y algún día entrara en razón, que los amigos verdaderos no pelean en ninguna situación, arreglan sus diferencias hablando y sin oír chismes, porque las amistades verdaderas permanecen siempre firmes.

   Así fue como la zorra andaba luego con aves de rapiña, creyendo que al igual que ellas podía volar, de chisme en chisme, de critica en critica, perdió su esencia, nunca más fue ella misma.

Colorín colorado este cuento ha terminado.

Escrito por Liliana Lizcano.

miércoles, 13 de enero de 2021

Andrea y Pancho


Pancho


    Andrea era una niña que deseaba tener un perrito, en nuestro grupo siempre estábamos recogiendo animalitos en la calle abandonados, nos preguntó si teníamos algún perrito, pero en ese momento sólo teníamos a un gatico, sin embargo, le dijimos de una señora que estaba regalando perritos, ya que su perrita había dado a luz a cuatro cachorritos.  A ella se le dibujó una enorme sonrisa en su rostro, fue con su mamá contenta a buscar un perrito, su madre estuvo de acuerdo, sin considerar lo que implicaba tener a un cachorro.  Sólo instruyó a la niña diciéndole:  Debes alimentarlo, y limpiar sus necesidades fisiológicas con un periódico y lo botas en una bolsa.  

   Nuestra pequeña amiga estaba feliz, ya no quería jugar con nosotros, sólo con su pequeño cachorrito, Pancho era muy juguetón y se convirtió en su inseparable amigo.  Ella lo enseñó a hacer sus necesidades en un periódico y cumplía al pie de la letra lo que la mamá de ella le había pedido, pero lamentablemente un día Pancho hizo algo que a la madre le enojó muchísimo.  El perrito hizo un desastre con la basura, la madre molesta le pegó al perro y le dijo:  Tu perro debe irse.  Y sin escuchar el llanto de la niña, se lo regaló a otra familia.  

   Andrea dejó de comer, tampoco quería bajar a jugar con nosotros, ella entendía que su madre ya no lo quisiera más, y ella le convenció diciéndole:  En esa casa tiene espacio para correr, acá lo que hacía era destrozar las cosas.  Así que espero con muchas ansias volver a ver a su amigo cuando su madre la llevara, para su sorpresa el pobre perrito no vivió mucho tiempo, murió, no hubo explicación alguna, los primos de Andrea le dijeron que el perro dejó de comer, que de un momento a otro se murió enfermo sin saber qué le había pasado.  Ya anteriormente he escuchado que perritos mueren así, que dejan de comer y mueren de tristeza luego de un abandono.  La verdad es que me pareció muy triste esta historia que se repite constantemente en muchos hogares, donde padres le permiten a sus hijos tener mascotas pero luego deciden deshacerse de éstas.  Sé que mi amiga Andrea no se recuperó nunca de es, perdonó a su mamá pero eso la marcó, y lo sé porque hablando con ella me dijo:  "Nunca había comprendido cómo mi mamá fue tan cruel y pudo deshacerse fácilmente de mi mascota, lo comprendí hasta que años más tardes hizo otras cosas muy crueles que me hicieron ver su lado más oscuro como persona, ya la perdoné, pero esa herida de infancia la llevo conmigo, nunca superé la pérdida de Pancho".

Fin.

Escrito por:  Liliana Lizcano,



 

viernes, 1 de enero de 2021

Los ladrillos de Daniel

 



Los ladrillos de Daniel


   Hace mucho tiempo, en un pueblo de los Andes, había una familia que tenía tres hijos, el mayor Darío, el segundo Damián, y el tercero, Daniel.  Los tres niños tenían sueños, Darío soñaba con poder ser constructor de puentes, Damián soñaba con construir edificios, y Daniel soñaba con hacer casitas, esto no era más que la motivación de ver a su padre trabajar como albañil, quien con mucho esfuerzo sólo pudo pagarle estudios a Darío, enviándolo a la capital del país.  Damián y Darío tendrían que conformarse con terminar a duras penas la secundaria y trabajar desde muy temprana edad con él para apoyarle ya que cada vez estaba menos fuerte para desempeñar algunos trabajos.

   Darío logró su sueño de convertirse en un buen ingeniero, construyó algunas cosas de mucha importancia para la capital, mientras que Damián lamentablemente enfermó y murió, trayendo un enorme pena y dolor a sus padres, y el pequeño Daniel era un albañil, pero no cualquier albañil, Daniel destinaba un 30% de sus ganancias a llevar ladrillos y cemento para arreglar algunas casitas de las personas del pueblo, esto lo hacía en silencio con sus propios ingresos cada mes. 

   Un día su hermano Darío visitó a sus ancianos padres, para dejarles un cheque, Daniel le pidió ayuda para un proyecto en el pueblito, a lo que su hermano dijo:  "A mí me pagan por mi tiempo, mi tiempo vale oro".  Daniel suspiró y viendo a su hermano dar media vuelta le dijo: ¡Buen viaje!

   Daniel, sentía que ese sueño no podría realizarlo solo, pero en un sueño Dios le habló y le prometió apoyarlo.  Así fue, tres personas del pueblo creyeron en su sueño y en ese pequeño proyecto para restaurar algunas casitas de gente muy pobre y embellecer el parque del pequeño pueblo.  Llevó cada ladrillo, uno a uno los había reunido con mucho esfuerzo y dinero de su bolsillo. Tal vez su nombre no salió en los periódicos, quizás no está en el parque que él restauró para los niños, tampoco quedó escrito en las casas de aquellos ancianos, no hubo filmación alguna para resaltar lo que hizo, pero estoy segura que en el libro de los hechos cada obra (buena o mala) estará ante los ojos del Creador y sonreirá con todo lo que un humilde albañil pudo hacer.

   Y colorín colorado, esta historia ha acabado.


Liliana Lizcano.









sábado, 11 de julio de 2020

¡Cuenta rápido estúpida!

   No era un sábado cualquiera, era un día importante para ella, aquella mujer se había esforzado en varios trabajos, a veces debía aguardar por la paga cada final de mes, eso la ponía un poco tensa.

   Ese sábado muy temprano se fue a llevar los desayunos que le habían encargado, iba pensativa, deseando completar el dinero que le faltaba para comprar su nueva cocina, pues la que tenía de dos hornillas sólo tenía una hornilla buena, además tenía que estar pidiendo prestado el horno a su vecina.  Hizo más comida de la acostumbrada con la fe de vender todo y lograr la meta.  Al terminarse todo empezó a contar las monedas de 5, 2 y un sol.  Contó todo y se alegró.  Ella completaría el dinero con dos billetes que tenía guardados.  Se fue al local de electrodomésticos y escogió su cocinita.  Económica, pequeña pero era lo que ella necesitaba.

   Hizo la cola como todos y en el momento que llegó a la caja y empezó a contar las monedas con el cajero que atendía, una señora que iba atrás de ella le gritó:

- ¡Cuenta rápido estúpida!

- ¿Es conmigo eso?

- Si, vienes a comprar y traes todas esas monedas, estamos apurados.

- Si pero no tiene por qué insultar.  Respete.

- Respeta tú que estás en mi país, llevas rato allí contando monedas.  Viene uno a comprar y tiene uno que encontrarse con ustedes estorbando. Andamos apurados, ustedes los venecos son tan molestos.

- Ah señora, si es por eso, no hay problema tome mi puesto, yo tomo el suyo, pase usted primero entonces a la caja.  

   En ese punto la joven mujer no quería pelear con nadie, después de todo era mucha su alegría de poder comprar la cocina que tanto necesitaba, además había comprendido desde hace tiempo que muchas personas andan por la vida soltando por sus labios odio, resentimiento propio de situaciones ajenas a uno, que no hay que tomarse nada de manera personal, pues cada quien da de la abundancia de su propio corazón, tal vez por alguna razón eso debía suceder, algo debía aprender, tenía quizás que ejercitar más su dominio propio al no alterarse con el mal humor de aquella señora, o simplemente debía retardarse un poco más en la compra porque algo malo podía suceder en el camino de vuelta a su residencia, todo, absolutamente todo tiene una razón de ser, si nos enfocamos en las enseñanzas o en el crecimiento que podemos adquirir incluso de las situaciones más desagradables entonces el transitar de nuestra vida no sería tan difícil, pero generalmente ponemos resistencia o nos dejamos llevar por situaciones donde las emociones nos dominan y explotamos en ira, no era para menos el asumir una actitud negativa frente a esa señora tan desagradable, después de todo la mujer también había tenido un día agotador, pero pensó:  "Esto también me ayudará para bien".

   Así que la señora pasó adelante, prepotente, sacó su tarjeta de crédito y pagó su computadora.  Seguía murmurando cosas:

- Acá tiene joven, tarjeta de crédito, coloque a (x) plazos por pagar. 
Menos mal ya voy a salir de aquí, esta gente me da una cólera.  
   
   Seguía ahora el turno de la joven mujer, la señora hizo su compra y por alguna razón estaba esperando cerca de allí con sus cajas, quizás esperando a que su esposo viniera a ayudarla.  Entonces el cajero imprimió la factura de la joven mujer extranjera:

- Señorita, acaba usted de sacar la factura ganadora, puede llevarse una impresora, ¡Felicitaciones!  

   La muchacha gritó de emoción y sorpresa. Y aunque aún no tenía su lapto soñada, sabía que quizás era un mensaje de amor que pronto podría lograr reunir el dinero para comprarse también su computadora. La señora que antes la había apurado para que saliera de la caja pronto por pagar con monedas (Cuando se venden arepas y empanadas te pagan con monedas y ella había completado el dinero para su cocina así) se molestó y reclamó:

-  ¿Cómo es eso que ella se gana una impresora con la factura?

- Señora, a la señorita le tocó el número de cliente ganador.

- Pero ese premio me correspondía a mí. Además yo compré una computadora, ella una cocina. Ese premio era para mí.

- Eso habría ocurrido si usted se hubiese quedado en su puesto en la fila, recuerde que usted intercambió el puesto manifestando estar apurada.

- ¡Eso es injusto!, esa impresora es mía, no es de ella.

- Señora, no, la factura ganadora es la de la señorita, ya pagó la cocina y se lleva el premio, lo siento. Debió quedarse en su puesto para que su factura saliera premiada con el número. Fue usted la que empezó a renegar, a insultar y pedir ser atendida de inmediato.

   La mujer mucho más enojada empezó a reclamar y se fue al gerente de la tienda a colocar el reclamo.

   El hecho es que ahora no sólo esa mujer venezolana se llevaba su cocina sino un premio extra, a la paciencia, al no explotar en ira, al entender que TODAS LAS COSAS A LOS QUE AMAMOS A DIOS nos ayudan para bien.

  Ah casi lo olvidaba, comparto las fotos, mi nueva cocina. Gracias por acompañarme y leerme con una sonrisa.






Liliana Lizcano.

¡Gracias Padre Santo por tu provisión y cuidados en medio de las dificultades!

lunes, 6 de julio de 2020

Regalo

   Él pensó en ella cuando la vio, después de todo suele decirle: "Eres la más hermosa de todas las flores".  Además que en la mañana degustó una de sus empandas y prometió que le daría una sorpresa.  Ella se preguntaba qué sorpresa podría ser.  Pasaron las horas y él regresó con un presente en sus manos.

- ¡Hola hermosa reina venezolana! Quiero que por favor cierres tus ojitos.

   Ella cerró los ojos curiosa de saber qué tramaba.

- Ya puedes abrirlos para recibir tu regalo.

   Él creía que el regalo era la flor, pero para ella el mejor de los regalos era el cariño de él.

Fin.

Liliana Lizcano.


lunes, 15 de junio de 2020

La casita de Don Juan




La casita de Don Juan

   Hace algún tiempo atrás, había un grupo de niños que solían hacer travesuras, tocar los timbres de las casas y salir corriendo,  manejar bicicleta y subir a árboles de mango.  En el vecindario, estaba una casita, de color amarilla, allí vivía un anciano, llamado Juan, Don Juan había visto a esos chicos crecer y los saludaba siempre.  Un día los vio discutir y les dijo:

- Los amigos no se pelean y si se pelean se llegan a acuerdos, la única manera en que se rompe una amistad es que la herida sea muy profunda y ya no puedas sanarla.

- ¿Cómo es eso Don Juan?, yo no empujé a propósito a Arturo, se hizo ese rasguño, ¡sin yo querer que le pasara eso!
Exclamó Ricardo preocupado.

- Déjame ver.
Dijo el anciano, agarrando el brazo de Arturo que sangraba un poco, y los hizo pasar adentro de su casa, mientras que buscaba con qué curarlo. Pecas, la más entrometida y curiosa fue a dar un vistazo al jardín, que estaba lleno de muchas plantas y había un gato que corrió hacía ella para buscar juego.



   Mientras el anciano limpiaba la herida del niño, continuó hablando:

- Yo me refería a otro tipo de heridas, hay heridas que no cierran una vez que se abren, cuando se deja colar la desconfianza o la hipocresía, cuando alguien dice que nos quiere pero nos trata mal, cuando todos nos atacan y quienes dicen ser nuestros amigos nos abandonan, allí es cuando se abren heridas profundas en la amistad.

- ¿Y usted tiene amigos?

- Bueno...mis amigos han ido muriendo con el paso del tiempo, ya no me quedan amigos...sólo Pancho.
Dijo el anciano señalando al gato que estaba jugando con la niña Pecas.

- ¡Y ahora a nosotros!
Gritó Pecas desde el jardín, quien había escuchado todo.

- ¿Cómo dices niña?
Preguntó el anciano.

- ¡QUE AHORA NOS TIENE A NOSOTROS!, ¡QUE SOMOS SUS AMIGOS!
Dijo Pequitas. 

   Y así fue, los niños iban a visitarlo, a presentarle perritos o gaticos que rescataban de la calle, y Don Juan les daba galletas o alguna golosina, hasta que un día ocurrió algo extraño, los niños llamaron a la puerta:

- ¿Quién es?
Preguntó el anciano.

- ¡Somos nosotros!
Respondieron a una misma voz.

   El anciano se asomó por su ventana y miró a los niños, éstos sonreían, la Pecas ya hasta se saboreaba preguntándose qué les iba a regalar Don Juan de merienda, como era medio lambucia, bueno, el viejito les dice por la ventana:

- ¿Qué quieren niños?

- ¡Venimos a visitarlo!

   El anciano se mostró como extrañado, con la mirada algo perdida, y dijo:

- Bueno.

   Los niños pasaron a la casa del viejito como era costumbre y saludaron a Pancho y el anciano dijo:

- ¡Qué raro!, Pancho nunca se va con extraños. ¿Y viven por acá?

- Ay Don Juan, usted sabe dónde vivimos.
Dijo Arturo.

   El anciano seguía con una mirada extraña, y levantando una de sus cejas le dijo a los tres:

- ¿Cómo se llaman?

- Él es Ricardo, él es Arturo y yo...

- ¡Tú eres Margarita!
Interrumpió el anciano a la niña y se puso a llorar y la abrazó.

- Noooo. ¡Yo no soy Margarita!

   En seguida la soltó. Estaba asustado, y les pidió que se fueran.

   Los niños se fueron ese día muy tristes, no entendían por qué Don Juan actuaba así.

   Al día siguiente volvieron a ir, la pequeña Pecas pasó con su bicicleta y lo saludó porque él estaba afuera de su casita, pero él no la saludó.  Pecas triste se bajó de la bicicleta y le dijo:

- ¿Sabe una cosa Don Juan?

- ¿Qué pasó mija?

- Hay heridas que son profundas, usted dijo que hay heridas que ya no cierran y usted ya no quiere ser amigo de nosotros.
Dijo la niña mientras se le salían las lágrimas.

- Niña, pero ¡yo no te conozco!

- ¡Y yo tampoco ya no lo conozco a usted! Ah, y ya le conseguimos casa a Marcela, la gata, ¡Chao!
Y agarró la bicicleta y se fue pedaleando furiosa.

   Al tocar el timbre de la casa de uno de sus amiguitos, la mamá del niño le preguntó por qué lloraba, y Pequitas le contó cómo Don Juan había cambiado con ellos.  La señora, sentó a los niños y les explicó lo que es el Alzheimer, ellos desconocían que existiera esa enfermedad, la señora al percatarse de eso, llamaron a la única hija que tenía Don Juan, la señora Margarita, ella le había suplicado a su papá irse con ella en muchas ocasiones pero él se negaba a dejar la casita amarilla en donde hizo su vida. Cuentan que Don Juan murió rodeado de sus nietos, pero sin reconocer a nadie.  A Pancho también se lo llevaron a USA y murió dos días después que murió Don Juan.

FIN.


-

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Un ángel con cola

  
"Un ángel con cola"

Por:  Liliana Lizcano

  Me complace presentarles mi cuento: "Un ángel con cola",
en una producción y colaboración de:

Víctor Cadet y Omar Herrera

Los instrumentales:
Plegaria Navideña (Aguinaldo)
Omar Herrera
Arreglo:
Pedro Mauricio González.

Te agradezco tanto (Gaita)
Omar Herrera
Arreglo:
Omar Herrera

Cantados:
Plagaria Navideña (Aguinaldo)
Letra y Música:  Omar Herrera
Voces: Grupo Vitral
Andreina Vasquez
Paola Julio
Manuel Monsalve
Andrea Fangundez
Armando Dager

Instrumentación:  Grupo Kromatismo

Harny Silva (Mandolina)
Nelson González (Cuatro)
Eddy Díaz (Contra bajo)
José Manuel Araque (Flauta)
Luis Morillo (Percusión e ingeniero de sonido)


Te agradezco tanto (Gaita):

Letra y música: Omar Herrera
Voz: Omar Herrera
Percusión Daniel Belloso
Grabación y mezcla:  Daniel Piñango.


    Para nosotros fue un honor unir nuestros talentos y presentarlos a ustedes en este regalo de navidad, espero que lo disfruten, se hizo con muchísimo cariño para toda la gente de nuestro país Venezuela.

Con amor, Lili.

viernes, 25 de octubre de 2019

Micaela vuelve a casa

  Micaela era una chivita que había ayudado a mi abuela con su leche cuando mi tío Abelino estuvo enfermo y no recibía ningún tipo de leche además que estaba flaquito y todo lo vomitaba siendo muy bebé.  La chivita con sus dos hijitos chivitos vivían en la casa, Micaela era muy decentica, sus hijitos si eran unos chivos locos, ¡Qué locos esos bichos!, muy tremendos cuenta mi mamá y mi abuela.  Un día una vecina habló con mi abuela, pues estaba interesada en Micaela por su leche, mi abuelita no quería que Micaela se fuera, así que le dijo que no, pero la vecina insistía tanto que le ofreció una buena suma de dinero, y así Micaela salió de la casa amarradita con sus dos hijitos. Mi abuelita lloró, porque la amaba, había sido muy fiel en su producción de leche y era cariñosa, pero estaban en una situación económica difícil, aceptando el dinero entregó a los tres animalitos.

   Pero al día siguiente mi abuela escuchó un balido o bramido:

- Meeeeee, meeeeeeee, meeeee.

   Mi abuela dejó a un lado los platos. Corrió a la puerta y allí estaba Micaela con la cabuya suelta en el cuello, había llegado hasta la casa.  Mi abuela estaba asombrada, se quitó el delantal y fue a la casa de la vecina con la chivita, y le llevó el dinero:

- Debo deshacer el trato con usted, el animalito regresó a mí, yo no tengo corazón para tenerla lejos de mí y ella también me quiere, ya lo ve.

   A la vecina no le gustó la idea, pero recibiendo el dinero, le dio también a los dos hijos de Micaela, regresando así los 4 a la casa, mi mamá cuenta que ella no estaba contenta porque los dos chivitos de Micaela le hacían maldades a ella, y mi madre era pastora de esos dos chivitos, y eran super tremendos jajajajaja, bueno esa es otra historia de la nodriza Micaela, si quiere leer más de ella, acá está su historia en este blog: "La nodriza Micaela".

Fin.

Lili.

lunes, 21 de octubre de 2019

La historia de Wilkerman

   Wilkerman fue uno de mis estudiantes en los Guayos, Carabobo, era muy alto y acuerpado, blanco pero con su pelo crespo. En esa zona donde trabajé había mucho peligro, y muchos de esos jóvenes ya estaban en bandas.

   Wilkerman inspiraba miedo muchas veces, pero no a mí.
Había aprendido ya a lidiar con ese ambiente, yo no era ni muy dulce para que no me comieran como hormigas, ni muy amarga para que no le garraran fobia a mis materias.  Ellos ya estaban en 4to año, jóvenes de 15 y 16, niños para muchas cosas pero ya adultos para otras.

   Un día corrigiendo los cuadernos, yo iba pasando y firmando y dibujando una carita feliz. Wilkerman se sentaba siempre atrás, esperaba su cuaderno y me veía atento cada vez que colocaba una rayita corrigiendo.

   Él había visto el cuaderno de su compañero que estaba a su lado.
Yo sólo firmé su cuaderno y se lo entregué. Caminé hacia mi escritorio y él se puso de pie seriamente con su cuaderno abierto señalando mi firma y con voz fuerte dijo:

- Profe, ¿Me va a malandrear así de feo?.

- ¿Qué pasó?, Yo ya te corregí.

- ¿Y dónde está mi carita feliz?.

   Todos empezaron a reírse mucho. Él avergonzado se sentó de inmediato, no se percató que había salido su "niño interior", yo fui y le dibujé una carita feliz.  Más tarde medité en el asunto, un joven que seriamente pedía una carita feliz en su cuaderno estaba pidiendo a gritos atención. Así que cité a su mamá. Indagué muchas cosas de su vida. Desconocía la muerte de su hermano mayor de Wilkerman que era su apoyo ya que su madre trabajaba todo el día y ella misma admitió ser áspera con su hijo.

   La historia tiene un final bonito.  Ella aceptó hacer la escuela para padres, una iniciativa que tuvimos en el liceo con apoyo de conferencistas y todo el personal docente.

   Recomendación: Abrace a sus hijos, dibuje caritas felices en sus rostros diciendo: Te amo.


Lili.

domingo, 20 de octubre de 2019

La nodriza Micaela


- ¡Ese chino si le salió como curtío!.

  Le dijo la partera a mi abuela.  Quien cuando tuvo al bebé, mi tío Abelino, se sorprendió de verlo tan pequeño, trató de amamantarlo pero el bebito vomitaba la leche, era su tercer hijo de 10 que tendría.  Ella trató de hacer lo que había hecho con las dos primeras hijas, pero este, su primer varón, no le recibía alimento.  El médico de ese entonces le mandó algo para aquella época, y aunque consiguió el producto, el bebé estaba muy flaquito.  Entonces un vecino le dijo:

- Micaela tuvo mellizos, y amamanta, si quiere le traigo de su leche a ver si el muchachito le recibe.

   Para sorpresa de ellos, el bebito recibió la lecha y no la vomitó, así que Micaela compartió con mi abuela de su leche materna todos los días. Mi tío Abelino empezó a engordar y ponerse rosadito, la leche de Micaela había sido un bendito remedio para él.  Tiempo después, el vecino le dijo a mi abuela que Micaela necesitaba un hogar con sus dos hijitos, sin dudar mi abuelita le dijo que Micaela era bienvenida, y así fue, ella y los mellizos vivieron con mi familia materna.  Micaela era una chiva que con sus dos chivitos compartió su leche.

Fin.

Lili.

Conociendo el amor

Conociendo el amor

   A veces la vida no sonríe para muchos, algunos llevan cargas muy duras. En el caso de Esperanza, no le había ido bien en el amor. Siempre sintió el rechazo, sobre todo cuando enfermó.

   Su cuerpo empeoró poco a poco. Tampoco se alimentaba bien.
Se acercaba a algunos lugares viendo a la gente comer, pero alguien hambriento y sin dinero no es bienvenido en los restaurantes.

  Hasta que un día Esperanza conoció el amor, dos almas amorosas se fijaron en ella, no les importó su aspecto, ni lo dura que había sido la vida con su cuerpo. Expresando ternura le dijeron:

- Te invitamos a comer.

Y Esperanza aceptó.



Un peluche para Ledia

Un peluche para Ledia

   Entre mis estudiantes había una joven muy linda llamada Ledia, sonreía y se le hacían dos hoyitos en sus mejillas. Morenita y con un rostro de ángel, yo la molestaba porque soy de las personas fastidiosas que si ven hoyitos en las mejillas me da por apretar esos cachetes jajajajaja. Yo empecé un programa radial educativo para el liceo (Llevé la propuesta y me la aceptaron), para mi sorpresa Ledia tenía experiencia en la radio. Ella había trabajado en T.V y radio en Carabobo. Empecé a tratarla más pues me ayudaba mucho.  Era una estudiante ejemplar. Disciplinada, cariñosa, tolerante. Era sencillo amarla.

   Un día, noté algo en ella, y decidí orar a Dios para saber qué era eso que me preocupaba de ella. No sé explicarlo. Indagué sobre su familia y vivía con su abuela. Parecía feliz.

   La llamé un día luego de clases y había un espacio pequeño que era para los profesores. Ella se sentó como preocupada.

- ¿Hice algo malo?.

- No mi niña, has salido muy bien en todo.

- Dígame profe, ¿en qué puedo ayudarla?.

- Justamente, iba a preguntarte lo mismo. ¿Cómo puedo ayudarte, Ledia?.

- Yo estoy bien, profe.

- No, no lo estás. Yo vi una mirada que me indicó que algo no estaba bien.

En seguida su rostro cambió.

- ¡Esa mirada! Justo esa mirada, Ledia. ¿De qué es esa mirada?.

   Ella estaba callada sin soltar una palabra aunque las lágrimas estaban aguarapando sus ojitos.  Yo no sé cómo salieron las siguientes palabras de mi boca, es algo que jamás podré explicarme:

- ¿Quién te rechaza, Ledia?.

   Y en ese instante la niña soltó un llanto tan profundo.

- ¿Cómo usted sabe que me rechazan?.

Yo estaba asombrada tanto como ella. Repetí la pregunta:

- ¿Quién te rechaza?.

Ella me abrazó y me dijo:

- Mi mamá profe, mi mamá no me quiere y ya me lo ha expresado, sólo quiere a mi hermanita. Por eso yo no vivo con ellas, yo no le importo.

   Fue muy duro para mí verla así. Al día siguiente, tomé un peluche que yo tenía desde mis cinco años, lo llevé al liceo. Y le conté a Ledia mi historia personal. Mi niñez tampoco fue sencilla, y ese peluche me lo dio una de mis tías diciéndome:

"Yo no voy a estar en Valencia, pero cuando te sientas sola, recuerda que yo siempre voy a ir contigo en tu corazón y tú irás en el mío".
   Y ahora yo te lo entrego a ti. Yo no podré estar contigo físicamente, pero esto te recordará que hay personas que te amamos, que iremos en tu corazón y tú en el nuestro.

  Ella no podía creer que le estuviera entregando algo tan significativo para mí. Hasta el sol de hoy la llevo en mi corazón. Sé que estudió psicología y tiene una hijita. Trabajamos en su relación con su mami, y me gustó mucho de ella que tiempo después me hablaba de su mamá.

   Tal vez no sería la mejor relación de todas, pero ella dio pasos para sanar y sé que hoy día es con su hija la mujer más amorosa ya que no contó con ese cariño maternal.

Fin.

Lili.

Posdata:
Hablé con Ledia. Le dije que compartí su historia. Me regaló esta foto que coloco con su permiso tapando la carita de su nena. Es psicóloga y actualmente vive en Chile. Es una mujer luchadora y con un gran amor por su familia.

¡Haz la diferencia en tu árbol genealógico!


jueves, 17 de octubre de 2019

Un mal vecino

    Mi abuela dice que se debe tratar de dar siempre palabras dulces, no sea que tarde o temprano debas comerlas y también suele decir un proverbio: "Cada persona come el fruto de sus labios".
Vi esto en la vida del señor José y de muchos más.

   El señor José era un vecino que vivía en el piso de arriba. Vivía con su esposa, dos hijos y una hija. Al principio era un hombre muy estimado en el edificio, pero luego esa familia cambió.  Colocaban música a un alto volumen. Mi madre y yo sufríamos, si les decías algo le subían más volumen. 

   Se habían convertido en malos vecinos. Hablaban muy fuerte en su balcón y pegaban gritos. Tan alto hablaban que el señor José expresaba que todas las mujeres del edificio eran unas "cualquieras" las únicas santas eran su esposa y su hija. Siempre estaba hablando mal de todas las mujeres. Pronto se corrió la voz que en ese apartamento vendían drogas.

   Un día ocurrió algo que se supo en todo el vecindario, su hija se había ido fugada con su novio, dejando una nota. Todo el mundo empezó a hablar de eso.  También al tiempo su mujer le montó los cuernos. Lo que él tanto hablaba de otras personas, calumniando, le ocurrió a él.

   Afortunadamente se fue del edificio y todos pudimos descansar los fines de semana sin música a alto volumen.

Fin.

Lili.

viernes, 11 de octubre de 2019

El envase de comida

   Cuando llegué al último liceo donde trabajé, me encontré con la sorpresa de reencontrarme con dos personas que ya conocía, Neida, una persona que conocí en la UC, y Yanet, ella había estudiado en el colegio donde yo cursé mi primaria y parte de la secundaria. Aquel primer año, me asignaron dar clases de Castellano e Inglés (éeeexitoooo, coman mamey, jajajaja, no, en mis clases era seria) entonces empezamos las inscripciones, yo estuve con un grupo de docentes atendiendo a los representantes y recibiendo papeles, pero a Yanet le asignaron junto a otras dos docentes, hacer los horarios.  

   Entonces mientras que yo inscribía, conocí a una representante con discapacidad auditiva (sorda) y cuando empecé a hablarle en señas, ella se sorprendió y se alegró mucho, ella quería que yo fuera la profesora guía de su hija Mariana, más tarde, llegó otra madre, Peruana por cierto, no se me olvida, y le recibí sus papeles de su niño, quién también tenía problemas de audición, así que le comenté al Director esta situación, y él junto a su esposa, que estaban a cargo de la dirección de la institución y ellos de inmediato colocaron a la ficha de Mariana, y la de Julio, en 7mo C, y me dijeron, tú serás la guía, lo cual me alegró, por tener una representante en una condición especial en la que le podría hablar directamente en señas, y lo mismo con los niños, que aunque hablaba, era necesario decirle algunas cosas en señas.

   Entonces Yanet tuvo que cambiar muchas veces los horarios, para poder complacer a los docentes, pero me dijo: 

- Mira no pude meterte como guía en 7mo C porque está muy complicado cuadrar esos horarios.  

   Yo entendía eso, pero también creía necesario que se podría hacer el intento de arreglar los horarios para encargarme de esa sección, donde se colocarían a estos dos estudiantes. El director la llamó a parte y le explicó, pero no sé de qué manera se lo dijo, los colegas me dijeron que él no se lo dijo de mala manera, pero ella estaba estresada, y entonces en el pasillo con otros colegas altiva y muy soberbia me dijo: 

- Ya te arreglé tu horario, de 7mo C, para que seas la guía de tus ciegos, sordos, y mudos, así como Shakira.

   Yo estaba impresionada, aquella niña que estudió en Fe y Alegría, conmigo, estaba tratando de humillarme, pero no lo estaba haciendo, se estaba refiriendo muy mal a personas con una condición delicada de discapacidad.  Ese sarcasmo negro es de lo peor.

   Yo no dije nada, la vi tan altiva que aprendí a dejar que la vida le enseñe a las personas sus lecciones. Seguí saludando con los buenos días a todos, pero a ella la trataba exclusivamente para trabajo, ella era orientadora allí, no soy persona de rencores, pero evitaba socializar con ella por esas palabras tan desagradables,  porque para mí una persona que se mofa o hace burla usando o tomando palabras hirientes respecto a personas con discapacidad, para mí eso es tener un corazón bastante...¿mezquino?, ¿duro?, no sé, ustedes me entienden ¿verdad?.  

   Pasó el tiempo y un día yo llevé un envase, pues siempre nos daban sopa en el Liceo o comida, yo dije a una compañera que se llama Migdalys: 

- Iré a comprar algo y dejo mis cosas acá.

   Cuando regresé busqué mi envase para buscar almuerzo, y resulta que lo tenía Yanet, y estaba comiendo.  Le pregunté seria: 

- ¿Qué haces con mi envase?.

- Migdalys me lo prestó. 

- Pero es mío y voy a almorzar. 

  Pero ella ya estaba comiendo en mi envase. Me molesté lo confieso, era una falta de respeto que agarrara algo de mi bolso, de mis cosas, con permiso de alguien que se suponía no debía tomar esa atribución.  Sin embargo, una voz dentro de mí me recordó: 

"A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.
Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman.
Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo." (Lucas 6: 30 - 33)

Yo respiré profundo y le dije:

- Come, tranquila. Y lleva alimento a tu casa, yo debo irme.

- ¿Y usted no va a comer?.

- No, usted no trajo envase, aproveche y lleve sopa allí para los suyos.

   Lo admito, fue difícil, pero creo que ella también estaba aprendiendo una lección muy dura, al igual que yo.  Al día siguiente ella con un tono de voz apacible me dijo:

- Acá tiene su envase y perdone mi abuso.

   Agradecí enormente que Yanet me hablara así, y sobre todo que pudiera ver su abuso de tomar algo sin permiso. 

Fin.

Lili.

Un plato de comida

   Hace años atrás había una señora que tenía una hija llamada Jennifer, la niña peleó con otra niña del edificio, y fue a contarle a su mamá vaya usted a saber qué cosa y cómo le habrá contado. Lolita su madre, era una mujer que se caracterizaba por actuar con impulsos.

   Entonces tocó a la puerta de aquel apartamento tocando con fuerza, maldiciendo, gritando, la señora y la niña que allí vivían no estaban pero los vecinos miraban asombrados la reacción de Lolita que agarró una de sus llaves y escribió una grosería en la puerta de madera.

   Al terminar de escribir y dañar la puerta, se reía y bajó a su apartamento, pero todos los del piso 5, la habían visto y escuchado e informaron a la dueña de la puerta dañada lo que pasó.
La mujer vio su puerta, le preguntó a su hija por qué había discutido con Jeniffer y dijo:

- ¡Qué mujer tan inmadura!, ponerse así por peleas de tripones. Ahora me toca lijar esta puerta.

- ¿No vas a reclamarle mamá?.

- No hija. Debes aprender una lección, este tipo de personas que son iracundas, que traen problemas, son almas atormentadas. Ya en algún momento la vida le enseñará y de la peor manera.

   Lolita era una mujer bella, pero su defecto era un carácter volátil, iracunda, altiva, muchos en el edificio sabían esto, pasaron los años y ella se fue de su apartamento, pero regresó  de "visita". La gente empezó a murmurar sobre aquella mujer que años atrás había causado problemas.

   Algo curioso pasó, Lolita tocó a la puerta de la señora Juanita, aquella a la que le rayó y dañó su puerta. La señora Juanita la vio mal. Y la hizo pasar. Se sentó en el sofá y hablaron mucho. La niñita ya era una mujer adulta, no quería salir a saludarla.

   Es que Lolita era de esas personas que caen tan mal. Pero la muchacha veía a su mamá preparar un plato de comida, y la joven jamás imaginó lo que su madre haría, darle ese plato de comida a Lolita.

    Ya su hija Jenifer estaba grande pero Lolita había tenido un bebé que aún tomaba leche. Juanita buscó dinero y le dio para la leche del niño. La hija miraba desde lejos esa escena. Y cuando Lolita se fue, la muchacha le reclama a su mamá:

- Mamá, esa mujer hizo daño acá.

- Lo sé, hija.

- Hiciste el bien pero no te regresará el dinero del pote de leche.

- Eso no importa, yo hoy mostré mi perdón así como Dios perdona mis ofensas. Ya ella lo está pasando mal y yo no agregaré cargos a su castigo, porque también me he equivocado en la vida.

   Al poco tiempo Lolita le regresó a Juanita el dinero prestado para el pote de leche. Juanita lo tomó y cerró su puerta. Loli vio aquella puerta por varios minutos, la puerta que rayó, que dañó era la única que le había abierto y tendido una mano allí. Eso la cambió. 

Fin.

Lili.

jueves, 10 de octubre de 2019

Los panales invadidos

   
Había una vez un panal ubicado en una pequeña isla, llamada Frukba, 
era un panal muy alegre, pero todos desconocían lo que éste incuba. 
Algo se gestaba en silencio hace tiempo, 
eran unas avispas que en su momento, 
dejaron sus larvitas y nadie se percató de este movimiento. Nacieron las avispas en medio de las abejas, 
y todas quedaron perplejas, 
de las diferencias que tenían entre ellas, 
pero las avispitas les dijeron: 


- No tengan miedo, confíen en nosotras, somos de su pueblo.  


   Las abejas tan ingenuas les dieron un voto de confianza, 
sin saber que ese voto sería una lanza, 
que traería miseria porque aquellas avispas serían como bacterias, causando muerte y mucho dolor, 
pero no lo sospechaban y así sucedió.  
Al empezar el desastre a muchas abejitas les cortaron las alas, 
y éstas para salvar sus vidas, huyeron en balsas.  


   Llegaron algunas a un puerto seguro, 
con la esperanza de olvidar aquel pasado tan oscuro, 
llegaron a Empanezuela, 
un lugar hermoso, de ensueño, de novela. 
Todos las abejitas de aquel panal, 
les preguntaban por qué no tenían alas para volar, 
ellas contaron su historia y las otras abejitas no creyeron, 
que hubiesen avispas que pudieran causar tanto revuelo, 
que fueran tan crueles y a otras mataran sus sueños, 
respondiendo erguidas y moviendo sus alitas dijeron: 


- Eso acá jamás pasará, su panal estaba en una isla y allá quedará ese mal, somos prósperos y grandes, no estamos acostumbrados a necesidad pasar, eso que pasaron ustedes, ¡Acá jamás sucederá!. 


  Las abejitas sin alas, guardaron silencio, 
pero más tarde la razón les daría el tiempo, 
avispas llegaron a ese hermoso panal 
y una nueva víctima comenzaron a avistar.  


   Poco a poco y sin apuro, se infiltraron, 
y aquel panal maravilloso, destruido fue quedando, 
las abejas fueron secuestradas, 
y a muchísimas otras cortaron sus alas.  

Partieron entonces regaditas por el mundo, 
como vagabundos y moribundos, 
porque su dolor había sido profundo.  
Muchos otros panales se extrañaron al ver, 
abejitas que un día volaban por muchas partes con su miel, 
¿eres de Empanezuela?, ¿qué fue lo que les ocurrió?, 
preguntó una abejita y la otra le respondió:  

- Es que nunca creímos que este mal nos sucedería, 
tengan ustedes también cuidado de estas avispas, 
¡Están a tiempo todavía!.  


   La abejita orgullosa moviendo sus alas le dijo: 
- ¿Qué me vas a enseñar tú, que no tienes alas?, 
dame pruebas que las avispas son malas, 
ellas sólo nos quieren ayudar 
y nuevas políticas implementar en nuestro panal. 
Vea, mi parce, usted está muy mal, 
no porque sea mi vecino, lo voy a escuchar, 
vaya y vea cómo se defiende, "eso no es mi problema, 
cada quien hace su vida", ése acá es nuestro lema.  


   La abejita sin alas, le dijo: 

- ¿No importó que nuestros panales tuvieran un mismo fundador?, 
¿No importa que seamos hermanas?. 

La abeja le dijo: 

- Nuestro fundador murió, 
y a cada uno su destino encomendó, 
y lo de hermanas...¿usted en qué puede servirme, si usted ya no tiene alas?.  


   Una abejita de Frukba la vio y preguntó:


- ¿A dónde vas abejita, ¿Por qué tanto dolor?. 

- ¡Cuánto hubiese querido tus palabras escuchar!, ahora estoy exiliada, y no tengo hogar. 

- Te lo dije muchas veces, y caso no hiciste, ahora ves el pasado y esto te parece triste.

- Es que yo creía que lo sabía todo, pero no te escuchamos, fuimos muy tontos. 

 Siguió caminando y llegó a Cuenador, 
otro panal hermoso y lleno de mucho color, 
pero las abejitas le dijeron: 
- ¡Son muchas!, no las podemos tolerar, 
sigan de largo y busquen otro lugar. 
Hagan cola en Rutitranca y sellen sus pasaportes 
y se van rápido en algun transporte, 
sin alas acá no sirven, 
lo sentimos pero deben irse.  

Caminaron muchas más y llegaron a Tekrú, 
pero tan saladas estaban, que allí les batieron un champú. 
Habían llegado avispas malandras del panal de Empanezuela, 
y les agarraron rabia a todas, aunque la culpa algunas no tuvieran. 

Y así recorrieron varios panales, de aquí para allá, 
aprendieron que solas estaban, que a nadie les podía importar, 
que pasó lo mismo que en esa isla, donde jamás imaginaron, 
que salieran de allí tantos infiltrados, 
avispas que harían, ¡Muy bien su trabajo!. 

Llegaron a un país tan alegre como el de ellas, 
advirtieron el asunto pero respondieron: 
"¡Esto no es Empanezuela!".

- Está bien mi cuate, aprenda con su propia experiencia y escuela.

No pasó mucho tiempo en que las avispas estuvieran en los panales, 
y poco a poco cada comunidad tuvo que vivir sus propios males. Vieron sus alitas cortadas, sin poderlo remediar, 
subestimaron a su enemigo y no lo lograron parar, 
pensaron que el problema de un panal no les traería consecuencias, y más tarde llegarían avispones a traerles hambre y violencia.

Por eso a ti te digo, que jamás subestimes a tu enemigo, 
que no te burles nunca de lo que le sucede a tu vecino. 
Porque tarde o temprano, tú también podrás pasar, 
por situaciones dolorosas donde tus alas no podrás usar, 
dicen que siempre se hace leña del árbol caído, 
pero si tú has sido uno que has ayudado a uno que este herido, 
que Dios bendiga tu vida y a todos tus seres queridos, 
cuando alguien te advierta algo, ¡Presta tu oído!, 
no digas nunca, ni pienses que todo es pan comido, 
y no escupas al cielo porque a ti puede caer, 
aquello que tanto criticas y un día puedes padecer.

Lili.
 

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