jueves, 10 de octubre de 2019

Los panales invadidos

   
Había una vez un panal ubicado en una pequeña isla, llamada Frukba, 
era un panal muy alegre, pero todos desconocían lo que éste incuba. 
Algo se gestaba en silencio hace tiempo, 
eran unas avispas que en su momento, 
dejaron sus larvitas y nadie se percató de este movimiento. Nacieron las avispas en medio de las abejas, 
y todas quedaron perplejas, 
de las diferencias que tenían entre ellas, 
pero las avispitas les dijeron: 


- No tengan miedo, confíen en nosotras, somos de su pueblo.  


   Las abejas tan ingenuas les dieron un voto de confianza, 
sin saber que ese voto sería una lanza, 
que traería miseria porque aquellas avispas serían como bacterias, causando muerte y mucho dolor, 
pero no lo sospechaban y así sucedió.  
Al empezar el desastre a muchas abejitas les cortaron las alas, 
y éstas para salvar sus vidas, huyeron en balsas.  


   Llegaron algunas a un puerto seguro, 
con la esperanza de olvidar aquel pasado tan oscuro, 
llegaron a Empanezuela, 
un lugar hermoso, de ensueño, de novela. 
Todos las abejitas de aquel panal, 
les preguntaban por qué no tenían alas para volar, 
ellas contaron su historia y las otras abejitas no creyeron, 
que hubiesen avispas que pudieran causar tanto revuelo, 
que fueran tan crueles y a otras mataran sus sueños, 
respondiendo erguidas y moviendo sus alitas dijeron: 


- Eso acá jamás pasará, su panal estaba en una isla y allá quedará ese mal, somos prósperos y grandes, no estamos acostumbrados a necesidad pasar, eso que pasaron ustedes, ¡Acá jamás sucederá!. 


  Las abejitas sin alas, guardaron silencio, 
pero más tarde la razón les daría el tiempo, 
avispas llegaron a ese hermoso panal 
y una nueva víctima comenzaron a avistar.  


   Poco a poco y sin apuro, se infiltraron, 
y aquel panal maravilloso, destruido fue quedando, 
las abejas fueron secuestradas, 
y a muchísimas otras cortaron sus alas.  

Partieron entonces regaditas por el mundo, 
como vagabundos y moribundos, 
porque su dolor había sido profundo.  
Muchos otros panales se extrañaron al ver, 
abejitas que un día volaban por muchas partes con su miel, 
¿eres de Empanezuela?, ¿qué fue lo que les ocurrió?, 
preguntó una abejita y la otra le respondió:  

- Es que nunca creímos que este mal nos sucedería, 
tengan ustedes también cuidado de estas avispas, 
¡Están a tiempo todavía!.  


   La abejita orgullosa moviendo sus alas le dijo: 
- ¿Qué me vas a enseñar tú, que no tienes alas?, 
dame pruebas que las avispas son malas, 
ellas sólo nos quieren ayudar 
y nuevas políticas implementar en nuestro panal. 
Vea, mi parce, usted está muy mal, 
no porque sea mi vecino, lo voy a escuchar, 
vaya y vea cómo se defiende, "eso no es mi problema, 
cada quien hace su vida", ése acá es nuestro lema.  


   La abejita sin alas, le dijo: 

- ¿No importó que nuestros panales tuvieran un mismo fundador?, 
¿No importa que seamos hermanas?. 

La abeja le dijo: 

- Nuestro fundador murió, 
y a cada uno su destino encomendó, 
y lo de hermanas...¿usted en qué puede servirme, si usted ya no tiene alas?.  


   Una abejita de Frukba la vio y preguntó:


- ¿A dónde vas abejita, ¿Por qué tanto dolor?. 

- ¡Cuánto hubiese querido tus palabras escuchar!, ahora estoy exiliada, y no tengo hogar. 

- Te lo dije muchas veces, y caso no hiciste, ahora ves el pasado y esto te parece triste.

- Es que yo creía que lo sabía todo, pero no te escuchamos, fuimos muy tontos. 

 Siguió caminando y llegó a Cuenador, 
otro panal hermoso y lleno de mucho color, 
pero las abejitas le dijeron: 
- ¡Son muchas!, no las podemos tolerar, 
sigan de largo y busquen otro lugar. 
Hagan cola en Rutitranca y sellen sus pasaportes 
y se van rápido en algun transporte, 
sin alas acá no sirven, 
lo sentimos pero deben irse.  

Caminaron muchas más y llegaron a Tekrú, 
pero tan saladas estaban, que allí les batieron un champú. 
Habían llegado avispas malandras del panal de Empanezuela, 
y les agarraron rabia a todas, aunque la culpa algunas no tuvieran. 

Y así recorrieron varios panales, de aquí para allá, 
aprendieron que solas estaban, que a nadie les podía importar, 
que pasó lo mismo que en esa isla, donde jamás imaginaron, 
que salieran de allí tantos infiltrados, 
avispas que harían, ¡Muy bien su trabajo!. 

Llegaron a un país tan alegre como el de ellas, 
advirtieron el asunto pero respondieron: 
"¡Esto no es Empanezuela!".

- Está bien mi cuate, aprenda con su propia experiencia y escuela.

No pasó mucho tiempo en que las avispas estuvieran en los panales, 
y poco a poco cada comunidad tuvo que vivir sus propios males. Vieron sus alitas cortadas, sin poderlo remediar, 
subestimaron a su enemigo y no lo lograron parar, 
pensaron que el problema de un panal no les traería consecuencias, y más tarde llegarían avispones a traerles hambre y violencia.

Por eso a ti te digo, que jamás subestimes a tu enemigo, 
que no te burles nunca de lo que le sucede a tu vecino. 
Porque tarde o temprano, tú también podrás pasar, 
por situaciones dolorosas donde tus alas no podrás usar, 
dicen que siempre se hace leña del árbol caído, 
pero si tú has sido uno que has ayudado a uno que este herido, 
que Dios bendiga tu vida y a todos tus seres queridos, 
cuando alguien te advierta algo, ¡Presta tu oído!, 
no digas nunca, ni pienses que todo es pan comido, 
y no escupas al cielo porque a ti puede caer, 
aquello que tanto criticas y un día puedes padecer.

Lili.

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