miércoles, 30 de octubre de 2019

Cuentos entre amigas

Cuentos entre amigas

   La señora Ana, peruana de 75 años, volvió a conocer el amor. Recuerdo que sus amigas la criticaron mucho, pues él, José, es un venezolano de 73 años, ambos viudos. Él siempre la saludaba pero ella tan tímida no le respondía los buenos días. Conocí a Ana en la escuela de mi hijo. Y me buscó conversación y allí inicio la amistad. Así que José sorprendió a todos siendo un hombre atento con ella, sobre todo en la etapa de su enfermedad en la que ha estado fiel dando su apoyo.

   Sus amigas que antes la criticaban comenzaron a ver que ella era feliz, que a pesar de las dificultades, estaba rodeada de amor.

   Así que empezaron a visitarla de nuevo. Aquel día en la tarde yo estaba en la cocina, preparando sus vegetales. Y las señoras amigas de 70, 78, 80 y 84 estaban en la sala. Ana salió para atenderlas y allí empezó el interrogatorio.

- Ana, ¿Cómo te sientes?.

- Bien, muy bien.

- ¿Cómo te va con el venezolano?.

- ¡Ay eso es una maravilla de hombre!.

- Tú estás loca para involucrarte tan rápido con ese hombre que viene de tan lejos.

- ¡Ay no vengan con sermones! José es lo mejor que me ha pasado. Yo en todos los años de casada no sabía que era hacer el amor. Siempre con la luz apagada y abajo. ¡Pero este hombre me ha hecho unas cosas!.

- ¡Santa María purísima!. ¡Ana!.

- Yo ya no soy purísima. Mira ese hombre me dijo: prenda la luz que quiero verla en todo su esplendor. Yo avergonzada y ya arrugada me daba pena era como volver a hacer el amor por primera vez. Y bueno me dijo: haga un puente que la locomotora va a pasar por debajo. Ese hombre empezó a...

- ¿A queeeeeé?.

- A chuparme, a mí jamás me había hecho eso mi difunto esposo, él si me ponía a mamar pero nunca me mamó.

   En ese instante hubo un silencio, yo estaba cocinando y casi me corto un dedo escuchando a esas viejitas. Y siguieron:

- A mí tampoco me la han chupado.

- Ni a mí.

- Ana, ¿Y qué se siente?.

- Bueno una siente que se desmaya, a mí me temblaba todo.

Una de ellas dijo:

- Voy a pedirle a mi marido que me mame, yo quiero saber qué se siente también.

  Bueno pasaron los días y vuelven esas viejitas y Ana le pregunta a una:

- ¿Le pediste a Rodolfo que te diera la chupadita?.

- Él no quería al principio, que tú eras una mala influencia pero yo exigí que quería saber qué era eso o me buscaba un venezolano también.

Todas empezaron a reír.

- ¿Y accedió?.

- Si, no puedo creer que me iba a morir sin que mi esposo me diera ese placer.

Otra dijo:

- Yo como que también me estoy animando a pedir la mamadita.

Y la Ana:

- Pídale para que usted vea. Luego le piden que les haga el raca raca.

- ¿El raca raca?.

- Si. Pero primero salga de lo de la mamadita y ya después les cuento que es la raca raca del venezolano.

   Y así terminó aquella charla de esas amigas que reían siendo cómplices.

Fin.

Lili.

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