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miércoles, 13 de enero de 2021

Andrea y Pancho


Pancho


    Andrea era una niña que deseaba tener un perrito, en nuestro grupo siempre estábamos recogiendo animalitos en la calle abandonados, nos preguntó si teníamos algún perrito, pero en ese momento sólo teníamos a un gatico, sin embargo, le dijimos de una señora que estaba regalando perritos, ya que su perrita había dado a luz a cuatro cachorritos.  A ella se le dibujó una enorme sonrisa en su rostro, fue con su mamá contenta a buscar un perrito, su madre estuvo de acuerdo, sin considerar lo que implicaba tener a un cachorro.  Sólo instruyó a la niña diciéndole:  Debes alimentarlo, y limpiar sus necesidades fisiológicas con un periódico y lo botas en una bolsa.  

   Nuestra pequeña amiga estaba feliz, ya no quería jugar con nosotros, sólo con su pequeño cachorrito, Pancho era muy juguetón y se convirtió en su inseparable amigo.  Ella lo enseñó a hacer sus necesidades en un periódico y cumplía al pie de la letra lo que la mamá de ella le había pedido, pero lamentablemente un día Pancho hizo algo que a la madre le enojó muchísimo.  El perrito hizo un desastre con la basura, la madre molesta le pegó al perro y le dijo:  Tu perro debe irse.  Y sin escuchar el llanto de la niña, se lo regaló a otra familia.  

   Andrea dejó de comer, tampoco quería bajar a jugar con nosotros, ella entendía que su madre ya no lo quisiera más, y ella le convenció diciéndole:  En esa casa tiene espacio para correr, acá lo que hacía era destrozar las cosas.  Así que espero con muchas ansias volver a ver a su amigo cuando su madre la llevara, para su sorpresa el pobre perrito no vivió mucho tiempo, murió, no hubo explicación alguna, los primos de Andrea le dijeron que el perro dejó de comer, que de un momento a otro se murió enfermo sin saber qué le había pasado.  Ya anteriormente he escuchado que perritos mueren así, que dejan de comer y mueren de tristeza luego de un abandono.  La verdad es que me pareció muy triste esta historia que se repite constantemente en muchos hogares, donde padres le permiten a sus hijos tener mascotas pero luego deciden deshacerse de éstas.  Sé que mi amiga Andrea no se recuperó nunca de es, perdonó a su mamá pero eso la marcó, y lo sé porque hablando con ella me dijo:  "Nunca había comprendido cómo mi mamá fue tan cruel y pudo deshacerse fácilmente de mi mascota, lo comprendí hasta que años más tardes hizo otras cosas muy crueles que me hicieron ver su lado más oscuro como persona, ya la perdoné, pero esa herida de infancia la llevo conmigo, nunca superé la pérdida de Pancho".

Fin.

Escrito por:  Liliana Lizcano,



 

domingo, 10 de enero de 2021

El hijo pato de Cleo

 

El pollito pato

    La abuela criaba muchos animalitos, entre ellos tenía gallinas y patos, Cleopatra se había echado a poner sus huevitos por primera vez, yo estaba emocionada, habrían pollitos, ¡me encantaban!, días antes una pata había puesto también, pero abandonó al huevo, no siguió empollando, yo pensé que sería buena idea colocarlo con los huevos de Cleo, para que así el patito pudiera vivir, no creía que esto le fuera a ocasionar algún problema.  Pasaron los días y los huevos de Cleo empezaron a abrirse, todos amarillitos, el huevito de pata aún seguía allí, hasta que empezó a romperse, se veía algo amarillito, Celo observaba esperando jajajajajaja aún recuerdo la cara de Cleo al nacer su último "hijo", al nacer el patito, Cleo lo veía de forma extraña, era evidente que al verle el pico lo vio raro, era amarillito como sus otros hijos pero tenía su pico como el pato que era, así que pues ni modo, los sacó afuera a enseñarles a comer, a buscarle lombrices y así, mientras comían Celo le vio las patas a su hijo adoptivo, le vio las patas diferentes y empezó a picotearlas, tal vez creyendo que podría arreglarlas jajajajajaja, bueno, siguió paseando con sus hijitos por el lugar hasta que pasó por un pequeño estanque de agua y al patito le dio por querer meterse, y si, se metió al agua, y aquella gallina desesperada empezó a armar un alboroto, cacareaba pidiendo auxilio al ver a su hijo zambullirse en el agua jajajajaja, rodeaba el estanque con su escándalo, la pobre estaba muy angustiada, y los otros pollitos estaban viendo la escena como diciendo: "Pobre madre la nuestra con este hijo que le salió raro", era el pollito que no era pollo sino pato pero Cleopatra no podía entenderlo, ella los amó a todos de la misma manera, creo que más lo amaba a él porque estaba pendiente cada vez que se metía en el estanque preocupada que pudiera ahogarse.

   Y colorín colorado este cuento se ha acabado.   Si te gustó puedes compartirlo dando click  con los botones que están abajo.  Gracias por venir a visitar mi blog.    Liliana Lizcano.


viernes, 25 de octubre de 2019

Micaela vuelve a casa

  Micaela era una chivita que había ayudado a mi abuela con su leche cuando mi tío Abelino estuvo enfermo y no recibía ningún tipo de leche además que estaba flaquito y todo lo vomitaba siendo muy bebé.  La chivita con sus dos hijitos chivitos vivían en la casa, Micaela era muy decentica, sus hijitos si eran unos chivos locos, ¡Qué locos esos bichos!, muy tremendos cuenta mi mamá y mi abuela.  Un día una vecina habló con mi abuela, pues estaba interesada en Micaela por su leche, mi abuelita no quería que Micaela se fuera, así que le dijo que no, pero la vecina insistía tanto que le ofreció una buena suma de dinero, y así Micaela salió de la casa amarradita con sus dos hijitos. Mi abuelita lloró, porque la amaba, había sido muy fiel en su producción de leche y era cariñosa, pero estaban en una situación económica difícil, aceptando el dinero entregó a los tres animalitos.

   Pero al día siguiente mi abuela escuchó un balido o bramido:

- Meeeeee, meeeeeeee, meeeee.

   Mi abuela dejó a un lado los platos. Corrió a la puerta y allí estaba Micaela con la cabuya suelta en el cuello, había llegado hasta la casa.  Mi abuela estaba asombrada, se quitó el delantal y fue a la casa de la vecina con la chivita, y le llevó el dinero:

- Debo deshacer el trato con usted, el animalito regresó a mí, yo no tengo corazón para tenerla lejos de mí y ella también me quiere, ya lo ve.

   A la vecina no le gustó la idea, pero recibiendo el dinero, le dio también a los dos hijos de Micaela, regresando así los 4 a la casa, mi mamá cuenta que ella no estaba contenta porque los dos chivitos de Micaela le hacían maldades a ella, y mi madre era pastora de esos dos chivitos, y eran super tremendos jajajajaja, bueno esa es otra historia de la nodriza Micaela, si quiere leer más de ella, acá está su historia en este blog: "La nodriza Micaela".

Fin.

Lili.

domingo, 20 de octubre de 2019

La nodriza Micaela


- ¡Ese chino si le salió como curtío!.

  Le dijo la partera a mi abuela.  Quien cuando tuvo al bebé, mi tío Abelino, se sorprendió de verlo tan pequeño, trató de amamantarlo pero el bebito vomitaba la leche, era su tercer hijo de 10 que tendría.  Ella trató de hacer lo que había hecho con las dos primeras hijas, pero este, su primer varón, no le recibía alimento.  El médico de ese entonces le mandó algo para aquella época, y aunque consiguió el producto, el bebé estaba muy flaquito.  Entonces un vecino le dijo:

- Micaela tuvo mellizos, y amamanta, si quiere le traigo de su leche a ver si el muchachito le recibe.

   Para sorpresa de ellos, el bebito recibió la lecha y no la vomitó, así que Micaela compartió con mi abuela de su leche materna todos los días. Mi tío Abelino empezó a engordar y ponerse rosadito, la leche de Micaela había sido un bendito remedio para él.  Tiempo después, el vecino le dijo a mi abuela que Micaela necesitaba un hogar con sus dos hijitos, sin dudar mi abuelita le dijo que Micaela era bienvenida, y así fue, ella y los mellizos vivieron con mi familia materna.  Micaela era una chiva que con sus dos chivitos compartió su leche.

Fin.

Lili.

Conociendo el amor

Conociendo el amor

   A veces la vida no sonríe para muchos, algunos llevan cargas muy duras. En el caso de Esperanza, no le había ido bien en el amor. Siempre sintió el rechazo, sobre todo cuando enfermó.

   Su cuerpo empeoró poco a poco. Tampoco se alimentaba bien.
Se acercaba a algunos lugares viendo a la gente comer, pero alguien hambriento y sin dinero no es bienvenido en los restaurantes.

  Hasta que un día Esperanza conoció el amor, dos almas amorosas se fijaron en ella, no les importó su aspecto, ni lo dura que había sido la vida con su cuerpo. Expresando ternura le dijeron:

- Te invitamos a comer.

Y Esperanza aceptó.



martes, 17 de septiembre de 2019

El gato en el tejado

El gato en el tejado



   El abuelo Manuelito fue perdiendo la visión a medida que avanzaba su edad, tenía un pequeño huerto y una vaquita a la que ordeñaba aún cada mañana.


   Él se levantaba temprano, ordeñaba y solía hacer queso de vez en cuando. Vivía solo y lo que producía era para él.

   Un día sintió un ruido que provenía de su cocina, pero como ya estaba prácticamente ciego sólo vio una sombra salir por la ventana y seguido a eso, ruidos en el tejado.

- ¡Condenados gatos!. Ahora falta que se hayan tomado mi leche.
Dijo el abuelito.


   Se acercó buscando el envase donde había dejado la leche y no había nada.

   Al día siguiente volvió a colocar el envase de leche en otra mesa y colocó una tapa. De pronto escuchó ruidos en su techo para luego sentir que algo sucedía en su cocina.

   Se levantó con dificultad agarrando su bastón y al llegar a la cocina dijo:

- ¿Quién anda allí?.

No podía ver nada, y escucho un:

- Miiiiaaaauuu, miiiaau.

- Gato condenado, ¡Vete!.

   Y en ese instante vio que algo se movió y le lanzó el bastón con todas las fuerzas que aún le quedaban. Para sorpresa del abuelo escuchó que el gato se quejó:

- ¡Aaayyy!.

   Manuelito se lanzó a agarrar a aquel "gato", que era un joven de 13 años.

   Lo confrontó con mucho enojo, y el chiquillo se puso a llorar. Manuelito le dijo:

- No es necesario que robes y que tu ángel de la guarda anote eso como pecado ante los ojos del Todopoderoso. Cuando tengas hambre ven acá cuando quieras, me ayudas en el huerto y te alimentas.

   Así Manuelito tuvo un tercer hijo al que apodó "el gato", la gente creía que era por sus ojos verdes, pero era por esta historia que les cuento.

Fin.

Liliana Lizcano.

Las dos hermanitas de Guasipati

Las hermanitas de Guasipati

   Había una vez dos hermanitas que vivían en Guasipati. Filomena la mayor y a la más pequeñita le tenían de apodo Pitufina.
  Ambas eran sumamente tranquilas, no daban ninguna molestia. Y como todos los habitantes de Guasipati, eran muy nobles. 

   Habían sido abandonadas y una familia las adoptó a ambas para no separar a las hermanitas.

   Un día Filomena quiso salir a dar una vuelta, su hermanita le advirtió que no saliera. Pero ella no hizo caso, le dijo:

- ¡Ay no mijita! ¡Tú quédate encerrada que yo voy a disfrutar de la vida!.

   Y salió lentamente con cuidado para que nadie escuchara al ella salir.  El padre de esa familia no se percató del asunto, y la hermana menor cayó sin advertir nada, esperando que su hermana regresara y no la fueran a regañar. Pues pasaron las hora y no regresaba. Y esa noche no regresó. La familia al percatarse de tal situación entraron en desespero.

- ¿Dónde está tu hermana?.

   Pero ella no respondió. Al igual que todos estaba muy preocupada. Al día siguiente todos desayunaron con tristeza y dieron aviso, ya que alguien podía haber secuestrado a Filomena.  Pitufina fue la única que comió con mucha tranquilidad su sandwich vegetariano.

- ¿Cómo puedes comer tan tranquila mientras tu hermana sigue desaparecida?.

Le reclamó alguien.

Pero Pitufina dentro de sí pensaba:
"O sea que yo tengo que pasar hambre porque esa diabla seguramente se fue con un novio".

El padre de familia dijo: Saldré a buscarla.

   Mientras tanto, Filomena andaba perdida con mucho miedo, y unos hombres que jugaban domino la vieron. Uno exclamó:

- ¡Uy pero qué ricura!.

Otro le dijo:

- Ven con papá.

Filomena estaba asustada.  Pero otro que estaba con ellos.
les dijo:

- ¡Enfermos!.

Le dijo:

- Ven conmigo, soy oficial del ejército, buscaremos a tu familia.
Y empezó a caminar con ella, el padre de familia al verla se alegró tanto y le dio las gracias al joven.

   Y de lo que se salvó, porque esos hombres querían hacer un pastel de Morrocoy. Hoy día Filomena aún vive con su hermana Pitufina. Y aprendió a que no debe salir de la casa sola y sin avisar.


Fin.

Espero les haya gustado y sonrían, un abrazo,

Liliana Lizcano.

 

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