miércoles, 13 de enero de 2021
Andrea y Pancho
domingo, 10 de enero de 2021
El hijo pato de Cleo
El pollito pato
La abuela criaba muchos animalitos, entre ellos tenía gallinas y patos, Cleopatra se había echado a poner sus huevitos por primera vez, yo estaba emocionada, habrían pollitos, ¡me encantaban!, días antes una pata había puesto también, pero abandonó al huevo, no siguió empollando, yo pensé que sería buena idea colocarlo con los huevos de Cleo, para que así el patito pudiera vivir, no creía que esto le fuera a ocasionar algún problema. Pasaron los días y los huevos de Cleo empezaron a abrirse, todos amarillitos, el huevito de pata aún seguía allí, hasta que empezó a romperse, se veía algo amarillito, Celo observaba esperando jajajajajaja aún recuerdo la cara de Cleo al nacer su último "hijo", al nacer el patito, Cleo lo veía de forma extraña, era evidente que al verle el pico lo vio raro, era amarillito como sus otros hijos pero tenía su pico como el pato que era, así que pues ni modo, los sacó afuera a enseñarles a comer, a buscarle lombrices y así, mientras comían Celo le vio las patas a su hijo adoptivo, le vio las patas diferentes y empezó a picotearlas, tal vez creyendo que podría arreglarlas jajajajajaja, bueno, siguió paseando con sus hijitos por el lugar hasta que pasó por un pequeño estanque de agua y al patito le dio por querer meterse, y si, se metió al agua, y aquella gallina desesperada empezó a armar un alboroto, cacareaba pidiendo auxilio al ver a su hijo zambullirse en el agua jajajajaja, rodeaba el estanque con su escándalo, la pobre estaba muy angustiada, y los otros pollitos estaban viendo la escena como diciendo: "Pobre madre la nuestra con este hijo que le salió raro", era el pollito que no era pollo sino pato pero Cleopatra no podía entenderlo, ella los amó a todos de la misma manera, creo que más lo amaba a él porque estaba pendiente cada vez que se metía en el estanque preocupada que pudiera ahogarse.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Si te gustó puedes compartirlo dando click con los botones que están abajo. Gracias por venir a visitar mi blog. Liliana Lizcano.
viernes, 25 de octubre de 2019
Micaela vuelve a casa
domingo, 20 de octubre de 2019
La nodriza Micaela
Conociendo el amor
martes, 17 de septiembre de 2019
El gato en el tejado
El abuelo Manuelito fue perdiendo la visión a medida que avanzaba su edad, tenía un pequeño huerto y una vaquita a la que ordeñaba aún cada mañana.
Él se levantaba temprano, ordeñaba y solía hacer queso de vez en cuando. Vivía solo y lo que producía era para él.
Un día sintió un ruido que provenía de su cocina, pero como ya estaba prácticamente ciego sólo vio una sombra salir por la ventana y seguido a eso, ruidos en el tejado.
- ¡Condenados gatos!. Ahora falta que se hayan tomado mi leche.
Dijo el abuelito.
Se acercó buscando el envase donde había dejado la leche y no había nada.
Al día siguiente volvió a colocar el envase de leche en otra mesa y colocó una tapa. De pronto escuchó ruidos en su techo para luego sentir que algo sucedía en su cocina.
Se levantó con dificultad agarrando su bastón y al llegar a la cocina dijo:
- ¿Quién anda allí?.
No podía ver nada, y escucho un:
- Miiiiaaaauuu, miiiaau.
- Gato condenado, ¡Vete!.
Y en ese instante vio que algo se movió y le lanzó el bastón con todas las fuerzas que aún le quedaban. Para sorpresa del abuelo escuchó que el gato se quejó:
- ¡Aaayyy!.
Manuelito se lanzó a agarrar a aquel "gato", que era un joven de 13 años.
Lo confrontó con mucho enojo, y el chiquillo se puso a llorar. Manuelito le dijo:
- No es necesario que robes y que tu ángel de la guarda anote eso como pecado ante los ojos del Todopoderoso. Cuando tengas hambre ven acá cuando quieras, me ayudas en el huerto y te alimentas.
Así Manuelito tuvo un tercer hijo al que apodó "el gato", la gente creía que era por sus ojos verdes, pero era por esta historia que les cuento.
Fin.
Liliana Lizcano.
Las dos hermanitas de Guasipati
Había una vez dos hermanitas que vivían en Guasipati. Filomena la mayor y a la más pequeñita le tenían de apodo Pitufina. Ambas eran sumamente tranquilas, no daban ninguna molestia. Y como todos los habitantes de Guasipati, eran muy nobles.
Le reclamó alguien.