jueves, 17 de octubre de 2019

Un mal vecino

    Mi abuela dice que se debe tratar de dar siempre palabras dulces, no sea que tarde o temprano debas comerlas y también suele decir un proverbio: "Cada persona come el fruto de sus labios".
Vi esto en la vida del señor José y de muchos más.

   El señor José era un vecino que vivía en el piso de arriba. Vivía con su esposa, dos hijos y una hija. Al principio era un hombre muy estimado en el edificio, pero luego esa familia cambió.  Colocaban música a un alto volumen. Mi madre y yo sufríamos, si les decías algo le subían más volumen. 

   Se habían convertido en malos vecinos. Hablaban muy fuerte en su balcón y pegaban gritos. Tan alto hablaban que el señor José expresaba que todas las mujeres del edificio eran unas "cualquieras" las únicas santas eran su esposa y su hija. Siempre estaba hablando mal de todas las mujeres. Pronto se corrió la voz que en ese apartamento vendían drogas.

   Un día ocurrió algo que se supo en todo el vecindario, su hija se había ido fugada con su novio, dejando una nota. Todo el mundo empezó a hablar de eso.  También al tiempo su mujer le montó los cuernos. Lo que él tanto hablaba de otras personas, calumniando, le ocurrió a él.

   Afortunadamente se fue del edificio y todos pudimos descansar los fines de semana sin música a alto volumen.

Fin.

Lili.

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