“Hay dos legados perdurables que podemos transmitir
a nuestros hijos: uno son raíces, el otro son alas.”
Hodding Carter.
Mis hijitos
Recuerdo que cuando estaba pequeña la maestra Eva siempre nos llamaba “mis hijitos”, yo no entendía por qué ella nos llamaba así, pero era lindo que alguien te llamara con esa palabra tan bonita, en especial si no tienes quién te la diga. Ya al ser profesora comprendí ese sentir que nosotros como educadores llegamos a tener por nuestros estudiantes, son “hijos” de un sueño como docentes de ver crecer a nuestra Patria y de capacitarlos para enrumbarlos no sólo en sus destinos sino que también con amor les queremos inspirar a que enrumben al país a ser prospero, fuerte y mejor (al menos así lo siento yo), por eso se me escapa llamarles “hijo – hija”. Es una hermosa palabra, para mí tomó más significado el día en que pude sentir el amor de Dios sobre mi vida. Quisiera compartirles un poema que le escribí a Papa Dios,
La profe Lili.
Cuando me llamas hija
Cuando me llamas hija tus brazos cobijan mi alma solitaria
y la ternura de corazón abriga el mío.
Cuando me llamas hija en el aire queda tu fragancia
y el invierno desvanece marchándose con su frío.
Cuando me llamas hija ya nada temo,
al cielo me elevo
como águila en su vuelo.
Cuando me llamas hija comprendo mi destino
y mi llanto encuentra alivio
en tus palabras de consuelo
que susurran a mi ser que en Ti ¡Todo lo puedo!.
Autora: Liliana Lizcano.
(Derechos reservados. El plagio es un delito, nada cuesta promocionar al autor que lees. Estos escritos están registrados en el SAPI – Venezuela)
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