lunes, 12 de marzo de 2012

Un gato para Claudia


Un gato para Claudia

   Era una tarde como cualquier otra, Claudia iba de la mano con su padre, el cual como de costumbre iba siempre apurado, la iba a buscar cada tarde luego de su trabajo.  Mientras tanto la madre estaba preparando algo de comer para los tres, y tenía yo todo arregladito para cuando los dos llegaran como de costumbre a las 5: 15 p.m.

   Ese día a las 4: 45 ocurriría un choque, el cual ya estaba en la agenda, pero no en la de Dios, sino en la de aquél al cual Jhonson servía desde hace algunos años, Jhonson un hombre perfecto ante todos, buen hijo, buen trabajador, pero con el corazón más egoísta que pudiera existir, rompe corazones, jugador compulsivo, vicioso y últimamente alcohólico, pero para él sólo era “beber socialmente”, una copita aquí y allá no hacía daño según él.  Esa tarde Johnson debía partir de este mundo, chocaría a causa de su ingesta de licor, por más maneras en las que Dios lanzó su salvavidas para darle señales de alarma, Jhonson nunca prestó atención, todo lo contrario pensaba que era un hombre con suerte, pero esa vez no sería así. 

   En medio del mapa de la vida pasaría por aquella escena aquel hombre y su pequeña hija, pero Dios al ver la escena pensó de inmediato en un plan, y en el camino a casa colocó un gatito, pequeño, de sólo un mes, Claudia al verlo lo señaló y dijo:

-         ¡Papi un gatito!

-         ¡No lo toques! ¡Vamos, que se hace tarde!.

-         Papi, ¿lo puedo llevar a casa?

-         ¡No Claudia!, Tu madre odia los gatos.

   Que irónica suele ser la vida, los gatos, animales molestos para la madre de Claudia, era uno el que estaba salvando en ese instante la vida de su esposo y de su hija al retardarlos al camino a casa.  Claudia lloró tanto y su padre no pudo calmarla que accedió a llevar el gato.  Retardándose, justamente lo que necesitaban para no estar en la escena del choque.  Así que al pasar por allí vieron la policía y una ambulancia donde llevaban a Jhonson al cual sólo le faltaba una hora para morir.  Aquella tarde Claudia llegó con su gatito a casa y aunque no fue bienvenido pues su madre odiaba a los gatos, dejaron que se quedara para complacer a la niña, convirtiéndose en el mejor amigo de Claudia y sin saberlo en el héroe que utilizo Dios para salvarla a ella y a su padre de un momento en el cual no estaban destinados a partir aún.


                                    Autora:  Liliana Lizcano.

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