lunes, 29 de agosto de 2011

¡Es que no tengo papá!



“Aunque mi padre y mi madre me dejaran,
 con todo el Señor mi Dios me recogerá”.
Salmo 27: 10.

¡Es que no tengo papá!

   Era un día como cualquier otro, me quedé borrando el pizarrón mientras todos salían de clase, pero cuando me volteo para agarrar mis cosas estaba alguien frente a mi escritorio.

-         Profe, necesito hablar con usted.
-         A ver, ¿en qué te puedo ayudar?.
-         Bueno profe, es con respecto al día del padre, yo no voy a participar, no quiero.
-         No es obligado, si no quieres no participes, a mí tampoco me gustaba mucho cuando llegaban esos días y uno tiene que hacer un regalo, yo siempre era la niña que se quedaba con el regalo del día del padre en el pupitre.
-         Ah…bueno…entonces me entiende ¡Es que yo no tengo papá!.
-         Si tienes, todos tenemos uno, lo que pasa es que nadie quiso el privilegio de escucharte decirle esa hermosa palabra: papá.
-         Desde el año pasado quiero conocerlo, pregunto y pregunto y nadie me quiere ni si quiera dar el nombre de él, quisiera buscarlo.
-         Bueno debes pensar bien qué es lo que quieres, yo busqué al mío después de grande, una vez que me gradué.
-         ¿En serio profe? ¿Y lo encontró?.
-         Si, lo encontré, pero fue una experiencia dolorosa, yo lo busqué para perdonarlo, necesitaba dar ese paso en mi vida. De pequeña lo único que supe era que era un abogado, era zurdo, y escribía muy bien, así que cuando aprendí a escribir llené un cuaderno completico de dictados y caligrafías con la ilusión de cuando viniera a conocerme yo le mostraría mi letra, hasta que esa ilusión murió al percatarme que tenía 12 años y nunca me buscó. La ilusión se transformó en decepción, dolor, sentimiento de abandono.
-         Si profe, sé exactamente de lo que me habla.  Profe y ¿por qué decidió buscarlo?.
-         Porque tenía curiosidad de conocer la versión de su historia, conocer su rostro y ver qué rasgos había sacado de él, curiosidad pero sobre todo la necesidad de perdonarlo.
-         ¿Y cómo fue? Cuénteme profe ande.
-         Ya debes irte porque se preocuparan por ti en casa y viene el turno de la tarde.
-         No profe, esto es más importante para mí, por favor cuénteme.
-         Bueno, fue un 23 de Diciembre, un día de mi cumpleaños que dije: “Lo voy a buscar”, no dejaría que llegara un cumpleaños más sin conocerlo. Así que el 24 de Diciembre busqué en las guías telefónicas su nombre y llamé, una muchacha me decía que no estaba, llamé en dos ocasiones hasta que la muchacha me insistía: “Pero deje el mensaje conmigo que yo se lo daré”, y yo le repetía que era algo muy personal, insistió tanto que le dije: “Bueno dígale que es su hija Liliana Lizcano, que quiere hablar con él para ver la posibilidad de conocerlo en persona”, la muchacha se sorprendió, y empezó a hacerme preguntas, supongo que yo destapé una olla oculta por muchos años, ellos ignoraban que yo existía, que tenían otra hermana, y bueno ella se comprometió a hablar con ese señor su papá para ella y para mí sólo mi progenitor, yo dejé mi teléfono, y como en 3 horas el hombre me llamó y me dijo: “Aja, dígame qué quiere”, a mí se me hizo un nudo en la garganta, y le dije: “Usted sabe bien quién soy yo, lo que quiero hablarle tendrá que ser en persona y no por teléfono”.
-         ¡Qué riñones profe!, y ¿qué más pasó?.

   Me senté en el escritorio y empecé a recordar cada escena, cada imagen, y cada vez que las busco en mi mente están muy nítidas, frescas y seguí contándole…

-         Bueno, me dio la dirección de su casa, y ese mismo día nos veríamos, yo me arreglé muy linda, me puse un pantalón de vestir con una blusa verde manga larga, y me coloqué mi anillo de graduación de la Universidad.  Cuando llegué, era una casa muy grande, hermosa, lujosa, ubicada en una zona donde viven los de la alta.  Y cuando la vi me quise devolver a mi casa.
-         Pero ¿por qué profe?.
-         Porque recordé el rancho donde mi abuela me había criado, pensé en ese momento: “¿Cómo un hombre con la posición que él tenía y tiene no se acordó que tenía una hija que pasó hambre?”, sentí rabia, sentí que mi orgullo me decía: “Vete de aquí”.
-         Y ¿qué hizo entonces profe?.
-         Me quedé, habían varios carros en su garaje y en eso llegó, el corazón me latía tan rápido, él estaba en el carro con una de sus hijas y una nietica.  Se bajó del carro, la muchacha me hizo pasar al porche y el hombre se acercó con las manos que le temblaban, yo lo detallé, era como verme a mí misma en el espejo, has de cuenta que me ves a mí pero vieja y sin pelo, no podía negarme, era su mismo rostro, él también estaba sorprendido y exclamó: “Ajá ¿qué es lo que quiere?”, supongo que me dijo así porque pensó que yo iba por su dinero, o que le iba a mendigar algo, pasé la saliva, levanté la mano donde tenía mi anillo de graduación y con el dedo índice de la otra mano señalé el anillo y dije esto: “Nada señor, porque a mí me enseñaron a luchar por lo que yo quiero, y como ve, aprendí a luchar por mis sueños…sólo quería verle su cara, y decirle que soy una mujer de bien, me gradué en la universidad de Carabobo, aprendí a hablar inglés por mi propia cuenta, soy interprete de sordos en mi iglesia. Como ve, no vengo a pedirle nada, lo que necesité me lo dio la gente que me amó”.
-         Nague…
-         ¡Epa muchacho!, ¿qué palabrotas son ésas?
-         Perdón profe, es que lo reventaste. Y ¿qué dijo el viejo?.
-         Se quedó callado y la muchacha, se llama María Isabel, le dio como cosa conmigo, y pilló la tensión y dijo: “Pero, no se queden allí, pasen, ven Liliana pasa”. El señor se sentó en la sala, me invitó a tomar asiento y me dijo altivo: “Aja carajita, cuéntame la versión que te dio tu mamá de mí”, y yo le dije que mi madre jamás me había dado una versión, no había hecho falta darme cuenta que él nunca estuvo interesado en buscarme, en que nunca le dio ni medio partido por la mitad a mi madre para mi crianza. Entonces empezó a hablar mal de mi mamá, como a echarle el muerto, y le dije: “De mi madre no me hable, Adán le echo la culpa a Eva, por lo visto aún el hombre no pierde la costumbre, asuma sus errores señor”, y me dijo: “¿Tú eres cristiana?”, le respondí: “Si, lo soy”, “pero ¿católica?” me preguntó, le dije: “Dejé de serlo desde mi adolescencia, soy cristiana evangélica”, arrugó la cara y me dijo: “Bueno ven a mi capilla, es un lugar donde no puedo mentirte”. Es decir que fuera de ese lugar debe mentir a más no poder si dijo así supongo.
Me senté en su capilla, y entendí que no quería que su hija escuchara lo que me iba a decir, se movió de un lado para otro y me dijo: “A mí tú no me vas a joder”…estaba molesto que yo estuviera allí, y fue cuando rompí a llorar y él se fue de la capilla, yo me quedé allí sentada.
-         ¡Qué duro profe!
-         Si, fue doloroso, luego él regresó y yo le dije con voz firme: “Bueno yo ya lo escuché ahora escúcheme usted a mí, yo no vine acá para pedirle nada, ni siquiera vine a pedirle que fuera mi papá, porque ya otra Persona ocupó su lugar y suplió esa necesidad en mi vida, cuando era pequeña le decía a Dios: ¿por qué no tengo un papá?, Tú eres Dios y lo único que no podrás hacer es bajar del cielo a darme un abrazo, Tú me lo das todo pero no puedes abrazarme Dios.  Y esa era mi oración de reclamo a Dios, hasta que un día un anciano al cual yo le estaba interpretando, pues no hablaba nada de castellano, se despidió de mí luego de yo haber sido su traductora por una semana, y cuando me abrazó me dijo: “You are special to me, there is not nothing impossible to me Liliana, you are me daughter and I´m your Father” (Tú eres especial para mí, no hay nada imposible para mí Liliana, tú eres mi hija y yo soy Tu Padre), ese ancianito, Charles Green, no sabía absolutamente nada de mí, pero Dios utilizó su vida para darme una lección, así que como ves el abrazo de padre que tanto anhelaba de ti, ya Dios se encargó de dármelo, y fue el abrazo más…
¿Hermoso?-Dijo él.
Si, señor, fue el abrazo más hermoso, sanador y reconfortante, por eso no vine acá a pedirle nada sino a perdonarlo.
¿A perdonarme?, ¡pero si yo no te he hecho nada carajita!, primera vez que te veo. – Me gritó con indignación.
¿Le parece poco señor?... su ausencia marcó mi vida, por eso yo le perdono. Usted no necesita que yo lo perdone, pero yo sí necesito perdonarlo. Le dije.
-         Ay profe, yo siento así, igualitico, que la ausencia de mi papá ha marcado mi vida.
-         Bueno, otro día te termino de contar, lo importante es que tienes que estar claro en para qué buscas conocer a tu papá, porque yo tenía la ilusión de por lo menos fuéramos amigos, no padre e hija porque dudo que eso pudiera darse, pero debes preparar tu corazón si decides dar ese paso, que no sea para reprocharle nada, sino para poder dar un paso de perdón. Y lo más importante saber que no naciste por equivocación, que Dios te pensó. Te dejo una tarea, busca el Salmo 139: 13 al 16.
-         Me siento mejor profe, pensé que era el único que se sentía así.
-         No, que va, si hay muuuuuuuuuuuuucha gente que no ha tenido papá, ni mamá, no eres el único, pero Dios siempre pone a gente que lo quiere a uno.
-         Así como usted profe, que no sé ni cómo nos soporta.
(Risas)

   Jamás pensé que algo tan doloroso de mi vida pudiera servirle a otra persona, y honestamente dar pasos hacia al perdón no es sencillo, sobre todo si se trata de perdonar a aquellos que son de tu sangre y se supone no harían nada para dañarte o lastimar tu vida, si de una u otra manera te sientes identificado te recomiendo leer un libro de Charles Swindoll: “José”, te ayudará a comprender que muchas de las cosas trágicas de nuestras vidas Dios la utilizará para gloria y honra de Su nombre. Muchos niños y adolescentes están viviendo esta experiencia, necesitamos enseñar sobre el perdón en las escuelas, una lección que a veces no queremos aprender por temor a las heridas, pero éstas sólo podrán sanar en el ejercicio del perdón.  Me despido con uno de mis poemas.

    La profe Lili.


A mi Papá
Silencio que no descifro y no logro entender
sin olvidar que aunque yo no te vea
conmigo Tú has sido fiel,
con huellas que yo lea
me haces comprender
que hay cosas como la hiel,
puestas allí para crecer.

Siempre estás de mi lado
aún cuando me equivoco,
mostrándome lo que es de tu agrado
porque tu amor nunca es poco.
Tu dirección y guianza perduran
sacas lo mejor de mí,
tus brazos me aseguran
en los momentos que quiero huir.

Jamás me has fallado,
estás en las buenas y malas,
con amor has callado,
y tu paz me regalas,
ves mis días y noches,
nunca te vas,
no hay en Ti reproches,
cuando algo sale mal.
Me cargas y me abrazas
sin que yo pueda ver
tus manos de corazas
con las que sostienes mi ser.

Padre yo te necesito,
acurrucarme nuevamente en tu amor,
mi alma tiene apetito
de tu ternura y calor,
en tu corazón yo encuentro
mi refugio, mi reposo,
eres mi sustento,
mi Dios generoso.

Eres mi mejor sonrisa,
mi poesía y mis versos,
siempre me atiendes de prisa
cuando mis días son adversos.


Yo cuento contigo,
yo sola no estaré,
tu amor no mendigo,
me nutres de fe.

Tu mirada no veo,
pero allí siempre está,
en tu amor yo creo,
porque eres mi Papá.

Autora:  Liliana Lizcano.


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